Capítulo I: Arrastrando el pasado.

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Diciembre 5 del 2015. Sábado, 5:25pm.

Era un hermoso y pacífico atardecer de sol rojizo que, en el horizonte, entre algunas nubes doradas y otras espesas y obscurecidas, anunciaba un temprano y repentino final del día. Fuera de lo temprano y repentino, era un atardecer normal como cualquier otro...

Aunque a partir de ese día, el mundo sería todo, menos normal.

En algún lugar, entre las costas del pacífico, donde un majestuoso brazo de mar se alzaba imponente adentrándose bastante en las aguas marinas que, como si tratasen de impedir su intrusión, golpeaban con gran ímpetu al pie del mismo, podía contemplarse en todo su esplendor aquel bello atardecer. La helada brisa que anunciaba el próximo anochecer, también soplaba fuertemente contra aquel brazo de mar, filtrándose entre los árboles que, sobre él, se perdían señalando una zona muy boscosa camino a dentro.

Si alguien estuviera allí en ese momento, sería un dichoso testigo de tan sublime espectáculo de la naturaleza; con el sonido armonioso de las feroces olas y el rugir del viento, era un total misterio que, a pesar de ello, hubiera un ambiente de completa paz.

Fue en ese momento que el estruendo de una pequeña explosión irrumpió en el cielo, en el lado donde algunas estrellas empezaban a dejarse ver; donde la noche empezaba a emerger. Algo había atravesado la atmósfera, y, dejando un surco en el cielo, descendía en dirección de aquel atardecer. Pasando a solo cien metros por encima de aquel brazo de mar, se precipitó a las profundidades del océano.

Lejos de allí, en algún lugar entre los suburbios, una chica observaba aquella puesta de sol sobre la azotea de una casa con una mirada nostálgica. "Le gustaban tanto estos atardeceres": pensaba con algunos recuerdos en mente. Se limitaba únicamente a pensar, porque temía quebrarse y romperse a llorar al solo tratar de susurrar alguna palabra, y no podía permitirse recaer; no cuando ya llevaba un par de meses siendo, según ella, fuerte.

Fue entonces cuando vio un destello surcando el cielo en dirección al sol, y luego de salir de su inicial asombro, pensando que quizá se trataba de una estrella fugaz, pidió un deseo con mucha intensidad. Aunque después manifestó una pequeña y triste sonrisa; reprendiéndose a sí misma por tal actitud tan infantil, lo cual era un poco irónico, ya que, con 17 años, no era precisamente una adulta.

Aquel intento de sonrisa se esfumó de su rostro más rápido de lo que llegó, y se centró nuevamente en el sol que empezaba a desaparecer en el horizonte. Su mirada nostálgica, sin embargo, no se iba de sus ojos negros; parecían haber perdido cierto brillo de vida. Aún trataba de contenerse hasta que gotas de agua la sacaron de sus pensamientos. Se trataba de una pequeña nube de agua que pasaba justo por encima de ella, y que empezaba a lloviznar suavemente, como si se desahogase por ella. Al darse cuenta de ello, quitó su vista de aquella nube y la volvió al horizonte, donde ya no se podía ver más que los últimos rallos del sol. Sacó su celular para darle un vistazo a la hora: "5:26pm". "Este día terminó muy temprano" -pensaba mientras veía borrarse del horizonte todo rastro del sol-... Al igual que su vida -Terminó diciendo en un susurro. Suspiró profundamente tratando de contener el llanto, y luego de una última mirada al horizonte, bajó de la azotea y entró a la casa.

Una vez adentro, mientras caminaba sumergida en sus pensamientos, su celular sonó, y conocía muy bien ese tono de mensaje. Había configurado tonos personalizados para dos de sus contactos únicamente, ya que no le importaba nada más de nadie; de vez en cuando leía sus demás notificaciones, pero solo respondía si lo consideraba necesario. "Mensaje nuevo de Joe Diamond": frunció un poco el ceño y abrió el mensaje. "Sofi, llegaré un poco tarde. Pide una pizza para que cenes": bufó un poco irritada, aunque no podía quejarse. Al menos, en los últimos sábados, ya la dejaba sola en casa...

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