Im Chang Kyun

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Byeol siempre anhelo sentirse libre y sus padres siempre la comparaban con sus demás hermanos. Byeol creció así, aceptando lo que los demás escribían para ella y sin saber como decir o pedir aquello que ella quería.

Cuando la conocí, ella logro apoderarse de mi corazón, era la mejor pianista en aquel club de arte. Yo, en aquel entonces tenia diecinueve y comenzaba a soñar con ser un gran doctor, ella recién comenzaba y ya era considerada un prodigio musical, a sus diecisiete años había compuesto hermosas canciones, que yo consideraba mágicas porque lograban mantenerme en un estado de completa serenidad. Un día, cuando ella terminaba su interpretación, le entregue una nota...mi primer carta de amor.

Varios días no fui a aquel lugar, estaba avergonzado de las cosas que había escrito en aquella doblada hoja de mi cuaderno. Era lo que hoy en día son consideradas cursilerías pero después de varios meses, me arme de valor y volví. La había visto, con un hermoso vestido blanco, les mentiré si no admito que imagine casándome con ella.

Aunque era un muchachito tímido y no muy social, me enamore de ella y como en muchas historias, creí que ella no se fijaría en mi. Algo que realmente logro sorprenderme porque luego de terminar su interpretación, me entrego personalmente la misma carta que yo le entregue, solo que ahora, tenia la respuesta a aquella pregunta que se escondía entre todos los poemas y nombres de canciones que le había dedicado.

"¿Quisieras salir un día a tomar un café o un helado? Me gustaría conocerte mas."

Fue respondido con un simple. "Me gustaría mucho hacerlo."

Aquella vez fui realmente feliz, esa noche no había podido dormir de lo emocionado que estaba... y desde entonces no dejo de sentir por Byeol, lo que sentí desde la primera vez que la vi.

Pero se que jamás podre olvidar el día de nuestra primera cita, nuestro primer beso, nuestros primeros cien días juntos, el día que me dijo que aceptaba casarse conmigo, nuestra boda y nuestra luna de miel... todo a su lado fue mágico.

Trágicamente nada dura para siempre, eso lo se muy bien.

La lluvia de otoño había caído hace dos días atrás, pero había estado presente-desde entonces-una fría llovizna que golpeaba el suelo. Hoy vaya que había sido un pésimo día. Había tenido una larga lista de pacientes a quien atender y estuve haciendo control hasta tarde en la noche, realmente amaba mi trabajo pero ese día no me sentía feliz. Ahora volvía a casa cansado y con un leve dolor de cabeza. Lo que lograba reconfortarme un poco era el hecho de que en casa estaría Byeol esperándome. Quizás se había quedado dormida o estaría leyendo algún libro, con suerte estaría practicando en el piano. Esas, eran cosas que hacia cuando sabia que llegaría tarde a casa...

Pero aquel día no sucedió nada de aquello que yo supuse, aquel día la vida logro sorprenderme y aquella vez, sume un día mas a mi lista de días que jamás olvidaría.

La noticia de nuestro primer hijo.

Byeol y yo estábamos planeando tener hijos, ambos teníamos una carrera solida y teníamos los recursos suficientes para darle una buena vida a esos niños.

Tuve dos días libres después de eso, y decidí quedarme en casa junto a mi esposa, la oía practicar piano en las tardes y atender su jardín por las mañanas. En las noches descansaba sintiéndola entre mis brazos y despertaba viendo su delicado rosto bañado por unos cálidos rayos de sol. La amaba mucho, la amaba con mi vida.

Nubes grises opacaron nuestra vida desde que sus padres aparecieron en nuestra vida. Debo admitir que Byeol, a pesar de todo, amaba a sus padres. Ella era de esas muchachas que prestaba total atención a los designios de sus padres, ella los respetaba mucho. Pero después de una tarde donde ella fue a visitarlos, no volvió a ser la misma de antes.

Monsta X ImaginasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora