La Bruja de la montaña

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En mis años de adolescencia caminaba algo perdido en una pintoresca ciudad, se podía apreciar las viejas casas y al estar rodeado de naturaleza dejaba una agradable sensación al respirar.  Cuando me rendí a la idea de orientarme por mi mismo una niña local me ofreció un trato, si yo le compraba 2 dulces, ella contaría un cuento y la forma de salir de la ciudad.                   Era un buen trato así que los compré, me senté mientras comía uno de los dulces para escucharla.

En algún lugar de esa ciudad, un pequeño niño estaba siendo engañado hábilmente por su hermano mayor, este le contaba fantasiosas historias sobre las criaturas que se encontraban en una montaña cercana y lo mas importante, una bruja; ella era capaz de cumplir cualquier deseo si lo querías con todas tus fuerzas.

  — ¿Entonces ella podría traer de vuelta a mami y a papi?.- preguntó el inocente niño.

El hermano mayor cambió de cara por una mas seria, pero después de pensarlo un poco y forzando una sonrisa le dijo.

  — Si es ella seguro que puede. 

Se despidió con un beso en la frente y lo mando a dormir, pero el pequeño niño no podía quitarse la idea de volver a ve a sus padres, así que en una mochila guardo lo que creyó que era necesario, alcohol; vendas; comida; botellas con agua; muda de ropa y un encendedor.                     Sin pensarlo 2 veces se escapó y puso rumbo en marcha hacía la montaña.

Ya comenzaba a salir el sol cuando el niño llegó al pie de la montaña y allí se encontraba una anciana.

— ¿Usted es la bruja?.- preguntó.

La anciana solo sonrió por la inocencia del niño y le dio un trato dulce.

  — No querido, soy solo una vieja guardiana, me encargo que nadie pase por esta montaña.

  — ¿Me permitiría cruzar?.- dijo el niño. 

  — ¿Cuales son tus motivos?

— Quiero pedirle un deseo a la bruja, quiero que traiga de vuelta a mis padres.

— Niño, pedirle un deseo a la bruja no te traerá nada bueno.

  — Pero tengo que intentarlo, no puedo seguir así, los extraño demasiado. 

La voz del niño se quebraba y parecía  que la determinación de la anciana no duraría más al verlo sufrir.

  — Si estas tan decidido no puedo hacer nada, solo ten cuidado.

El niño emocionado, emprendió su camino despidiéndose de la anciana pensando en que seria divertido el viaje.                                                                                                                                                                    Pero ya a medio viaje encontró a una madre osa con sus oseznos y se dio cuenta que uno de ellos estaba lastimado.                                                                                                                                                        Dudó un poco pero al final tomo la decisión de ayudar, echándole alcohol a la herida y  la termino de curar vendando, la madre osa le lamió la cara en agradecimiento.                                         Satisfecho con su buena acción siguió su camino pero la noche se aproximaba y no tenia donde ocultarse para pasar la noche. Se encontraba caminando cerca a un río, a lo lejos se escuchaban los aullidos de los lobos y en un parpadeo ya estaba rodeado por ellos, asustado corrió lo más que pudo solo para terminar cayendo en el río.                                                                                                       La corriente era extraña, no lo llevo hacia el pie de la montaña sino que lo hizo subir más, mojado; lastimado y llorando el niño se ocultó debajo de las raíces de un árbol revisando su mochila, buscando vendajes, pero ya no habían los había usado todos con el osezno eso lo hizo maldecir entre lágrimas su decisión.

  — Tengo que resistir, todo es por mami y papi.- dijo llorando.

Entonces comenzó a comer lo que había guardado y poco a poco pequeñas ardillas se le fueron acercando, el niño supuso que estas tendrían hambre pero con lo sucedido anteriormente dudo por más tiempo, pero al final no pudo resistir y termino dándoles parte de su comida dejándolo sin nada.                                                                                                                                                                                     El niño termino por quedarse dormido agitándose y retorciéndose, parecía que tenia un mal sueño, uno en el que los animales que él había ayudado le daban las gracias.                                          Ya de día despertó solo para darse con la sorpresa que estaba en la cima y podía ver una cabaña cercana entonces corrió, corrió y corrió hasta quedarse sin aliento pero al llegar se puso nervioso y con un ligero movimiento de la mano toco gentilmente la puerta.

  —¿Hay alguien?.- preguntó el niño.

Pero no hubo respuesta y poco a poco entraba a la vieja cabaña, dentro se encontraba una anciana, cabello gris y vestido celeste, ella se encontraba en una mecedora cerca a la ventana.   

—Acércate sin miedo.-dijo la anciana.

—¿Usted es la bruja?

—Si, lo soy.

—Entonces, si... si usted es la bruja, ¿Podría concederme un deseo?.

—¿Que es lo que un pequeño niño de tu edad podría desear?.

—Quiero que traigas a papi y a mami de vuelta.

La bruja se quedó callada, tal vez por la petición tan pesada que aquel niño le estaba pidiendo.

—¿Darías cualquier cosa por volver a verlos?

—Si.-dijo el niño seriamente.

—¿Que tal las vidas de los animales a los que ayudaste?.

Se quedo callado, él estaba asustado de aquella pregunta.

—Pero... yo pensé que..

—Lo siento niño, pero para un deseo tan grande como ese, algunos sacrificios son necesarios.

Se escuchaban pasos dentro de la cabaña, habían entrado las ardillas y la mama oso, con una mirada decisiva le hicieron entender que están dispuestos a darle sus vidas.                                            Los ojos del niño se llenaron de lagrimas y mientras se retorcía la ropa susurro su respuesta.

—Yo...yo........


La chica se detuvo y después de escuchar un par de mis quejas me dijo el camino para salir de la ciudad, cuando terminó de decírmelo se alejo lentamente.                                                                              Me quede pensando en la decisión  que pudo tomar el niño y con un nudo en mi garganta deje escapar una pequeña frase.

—No fue justó. 

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⏰ Última actualización: Jul 04, 2017 ⏰

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