Me he convencido de que todo esto es solo un sueño del cual mantengo la esperanza de despertar en algún maldito momento, a pesar de que el dolor y miedo que siento ahora me digan lo contrario. Aun así, mis dudas persisten. ¿Y si en realidad estos monstruos son reales? ¿Y si de verdad todo esto a lo que temo no fue producto de mi imaginación?
Han pasado horas, (¿o días quizá?) desde que he despertado aquí; no puedo asegurar a lo cierto cuánto tiempo ha pasado.
Recuerdo que abrí los ojos con pereza, y con el mismo ánimo me levanté de la cama. Efectivamente, estaba en mi habitación, pero sentía que ese lugar era diferente, que esa no era mi casa. Una luz que entraba por la única ventana del cuarto hacía posible la escasa iluminación, dando al lugar una apariencia tétrica y deslucida. Esta luz provenía de una fuente extraña que claramente no era la del sol, entonces, guiado por mi curiosidad y la incertidumbre, deslicé la cortina y al tratar de mirar el exterior, a través del transparente cristal, solo pude ver la nada, un lugar blanco, sin esquinas, ni sombras, solo un silencioso y sepulcral blanco. El pánico empezó a apoderarse de mí en ese instante. Cerré la cortina de inmediato, con las manos temblorosas. "Tranquilízate, Artie, esto no es real, solo es un sueño... una pesadilla". Me abofeteé con fuerza, pensando que eso me despertaría, pero el ardor fue demasiado real y seguía estando en el mismo lugar.
Revisé mi celular, no funcionó, aunque estaba seguro de que lo dejé con suficiente batería antes de ir a dormir. Todos mis intentos por encenderlo fueron en vano, y lo mismo pasó con la computadora. El despertador digital tampoco funcionaba, ni siquiera los relojes; no tenía idea del tiempo ni de donde estaba, empecé a dudar hasta de mi cordura.
Quise salir de mi habitación. Suelo dejarla cerrada con llave mientras duermo porque temo a los monstruos que, supuestamente, aparecen en la oscuridad. Es ridículo, lo sé: un hombre de 26 años que aún teme a los monstruos. Pero no es a lo único que tengo miedo. Soy claustrofóbico. El estar encerrado en un lugar pequeño me produce repulsión, un angustiante sentimiento que cada mañana libero, como si fuese un ritual, al abrir la puerta de la recámara. Esta vez no ocurrió. Traté de abrir la puerta, pero la llave no cumplió su función. Intenté forzarla, pero esta jamás se abrió. La sensación de sofoco y terror volvió a invadir mi mente y mi cuerpo. Mis poros liberaban sudor frío y no estaba seguro si mi cuerpo estaba ardiendo o helando. Grité como un loco, con toda la potencia en mis cuerdas vocales hasta quedar enronquecido y sentir que mi garganta se destrozaba. Fue inútil, vivo solo y al parecer ningún vecino me oía.
Exhausto, me dejé caer dando la espalda a la puerta; con el trasero en el suelo y las piernas flexionadas y apretadas contra mi pecho, las abracé y me puse a sollozar. Levanté la cabeza de mis rodillas lentamente, y fijé mi vista en las paredes, por una fracción de segundo me pareció verlas moverse. Sequé mis ojos, evidentemente solo se trataba de una ilusión causada por las lágrimas que ofuscaron mi visión. Fue el razonamiento que sostuve con firmeza hasta que la realidad se encargó de romperla por completo, cuando los cuatro muros comenzaron a moverse por sí solos a una velocidad sorprendentemente lenta pero perceptible. Mi habitación se estaba encogiendo, esa fobia irracional a los espacios cerrados se estaba materializando ante mis ojos, y en un momento dado irremediablemente acabaría aplastado por uno de mis mayores miedos.
Las paredes de ladrillos emitían rechinidos fuertes y agudos al friccionarse con el suelo de piedra. Podía oír los crujidos y escombros que dejaba tras su agónico movimiento. La cama, los muebles, todo temblando como en un terremoto. También me percaté de que la puerta detrás de mí iba empujándome. Me levanté rápidamente, con horror y adrenalina fluyendo por mis venas directo a mi acelerado corazón, sudaba por todo el cuerpo, sintiendo de pronto que se me estaba acabando el oxígeno, inhalaba aire con fuerza y la exhalaba con rapidez desesperante. "Recuerda, Artie, tus miedos son irracionales. Respira profundo, mantén el aire dentro y expúlsalo despacio", creí que eran mis pensamientos, aunque era una voz familiar viniendo de afuera, una voz un poco amortiguada por la ventana de vidrio. ¡La ventana!, el pánico me había impedido recordarla. Me dirigí de inmediato a ella. Era mi oportunidad de escapar de ese lugar. Abrí la ventana apresuradamente y cuando me incorporé para dejar salir una pierna la voz volvió: "no huyas del miedo, Artie. Enfréntalo, convéncete que no es real".
Con los ojos húmedos, resolví obedecer. Me paré frente a la ventana y lentamente introduje el aire a mis pulmones hasta sentirlos llenos, lo mantuve allí y comencé a contar "uno, dos, tres, cuatro" y oí el florero de vidrio caerse y romperse en el suelo, "cinco, seis, siete" y cerré mis ojos, "ocho, nueve, diez" y empecé a soltar el aire muy despacio, sentí como el dióxido de carbono era expulsado con lentitud, desinflando mi interior por completo.
Volví a abrir los ojos, y empecé a concentrarme en lo que veía, en la nada, en lo blanco. Traté de que mi mente se volviera igual a lo que observaba. Mis oídos ya no escuchaban ruido. Intentaba que solo oyeran el trinar de aves, y las afueras se convirtieron en lienzos de dibujo en mi mente, pude pintar en él un cielo azul, despejado y soleado, también hacer que vivo césped fuera brotando desde abajo, hice crecer flores que probablemente no estarían en este hábitat en la realidad, pero que daba igual, ya que o solo era un sueño, o moriría de todas formas de ser esto real. Imaginé la suave brisa de primavera acariciando mi rostro y sentí algo parecido a la tranquilidad. Mis latidos cardíacos se normalizaron progresivamente hasta que ya podía respirar sin dificultad. Me concentré tanto que no me di cuenta de cuánto tiempo pasó, me volteé, y exclamé al notar que mi habitación se encontraba exactamente igual a cuando desperté, volví a girar ante la ventana, para darme cuenta que ya no había ninguna, en su lugar, solo un precioso cuadro del paisaje que me había imaginado. Me sobresalté. Alguien tocaba la puerta de mi habitación, y creo que ignorar la llamada no era una opción.
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La puerta
Mystery / ThrillerLa frágil psique de Artie Dewey se verá a prueba cuando despierte en una habitación que poco a poco se transformará en su prisión e infierno de pesadilla.