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A Primavera, la que envuelve las flores en colores:

Si la más bella y cantarina de las estaciones no acepta sus bellezas,

¿Por qué he de hacerlo yo?

Mi canto es sólo un silbido cortante y asesino.

Hermoso, pero letal.

¡Sé muy bien qué es lo que hace que esos humanos destruyan

a los de su propia especie!

¡A sus hermanos!

Ellos tienen avaricia,

y en su corazón helaron, con frías nevadas,

ese amor fraternal.

Oh, Primavera, yo los conozco.

¡Cuánto mejores son sus batallas

coronadas por una espesa lluvia

y sembrada de tierra que se mueve!

Así, por lo menos, puedo disimular su pecado,

puedo enterrar la sangre que derraman,

para que el Juez disminuya su severidad.

(Aunque nada de ello sirve para aplacar sus sentencias.)

Se odian con un rencor infundado.

¿Qué necesidad tienen de temer ser acuchillados por la espalda?

Es simple; ellos andan matando a otros mientras duermen

en plácido sueño.

¡Árbol de Muchos Frutos!

No comprenderías lo que te repito.

Las cosas simples tienen sus bellezas

porque son sencillas.

El fruto tarda y, a veces,

en seres como los que habitan el suelo que trabajamos,

se recoge cuando se llega al ocaso de la vida.

¡Un granizo!

Gran tempestad es la que mando,

y, sin embargo,

veo las caras curiosas de sus cachorros*

husmeando por las ventanas de sus "hogares",

viendo si me pueden cazar con la mirada.

¿Quieres entender estas cosas, Primavera?

Mira a los hombres, de los cuales tan mal hablamos.

Ellos te enseñarán muy bien.

Hay sujetos que todo lo preparan,

aunque no disfrutan lo que reciben.

Y otros que solo aspiran el día,

como nosotros llenamos nuestro ser

de la brisa que enviamos:

Lentamente, en continuo placer,

sin apuro, pero nunca deteniéndose.

Y cuando lo sueltan,

¡He aquí!

Un día aprovechado.

Mi alma, te lo aseguro,

recibirá las flores de las que hablas

como un cervatillo recibe su comida,

y como un oso aprecia el panal de miel.

¡Cuánto quisiera yo ver tus hermosas manos

trabajando a la par con las mías!

Por lo menos,

sabré que alguien me acompaña

Y mis noches no serán tan extensas.

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A Invierno, el que habla con el Viento:

Tú mismo me has enseñado

la belleza en las cosas que parecen nefastas.

¡Tú canto es hermoso!

Creo que nos diferenciamos, Invierno,

pero cada diferencia es en sí una belleza

¡Que siga los parámetros de uno u otro

no hace que se desmerezca!

Mi alma está bien con los colores,

y la tuya está bien con el frío que carcome.

¡Siga cada uno por su senda

que así el Creador nos formó,

al fin y al cabo!

Perdona mi esperanza,

ante las cosas que has dicho.

Pienso que no está todo perdido,

que hay un arca que se puede salvar*

¡y que hay vidas que tienen un retoño en sus corazones!

¿De quién de ellos aprenderé?

Muéstrame, Invierno, y te lo agradeceré.

¡Mi ser agoniza al verlos decaer

en ese abismo profundo que es la maldad!

Ese arte de apreciar es desconocido para mí en cierto modo.

Pero procuraré llevarlo a cabo.

¡Oh, ya ha salido de mis manos una flor!

La próxima vez que vengas a dejar tu manto níveo,

la verás.

Adminístrale tú su apodo,

y hazlo conocer.

¡Te acompañaré en alma, si así o quieres!

Invierno, mereces ser querido.


Palabras Al Viento - Winter And SpringDonde viven las historias. Descúbrelo ahora