El reino de Seúl

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El reino de Seúl

En el lugar más bonito del mundo, sobre la colina más grande, entre los montes más verdes y debajo del cielo más azul, se encuentra el reino de Seúl. En ese lugar habitan las mejores personas que alguna vez pudieses encontrar, los campesinos son nobles y trabajadores, las mujeres las más bellas que alguna vez hayas visto, los niños tan inocentes y soñadores, los viejos los más sabios y respetados del lugar, y la nobleza, ¡oh!, la dulce nobleza.

El reino de Seúl se caracteriza por tener los mejores nobles, de esos que no son superficiales ni corruptos, sino unos buenos y solidarios. Simplemente son los mejores, tan amables y amorosos con su pueblo, por algo se habían ganado el respeto, amor y adoración de todos.

Sin lugar a duda era el mejor reino del país, todos lo sabían. Nunca había hambruna ni conflictos políticos, todo estaba siempre en armonía, los campos siempre llenos de flores y el gran palacio con las puertas abiertas al pueblo.

Todo aquello era posible debido a la familia Choi, la línea de nobles que siempre han estado a cargo del reino, dispuestos a ser cada uno el mejor monarca de la época, sin defraudar al anterior.

Era el turno del rey Seung Hyun, uno de los más jóvenes en la historia del reino, quién debió tomar la corona debido al fallecimiento repentino de su padre, dejando una herida en el corazón de todos.

Seung Hyun, a pensar de su corta edad y actitud rebelde, se encargó del reino cómo todo un Choi, llevando en alto el nombre de Seúl y de su familia. Durante su periodo como gobernante se crearon los lazos más poderosos con otros reinos, sin la necesidad de que hubiera matrimonios de por medio, pues el rey permaneció soltero hasta el día de su deceso, hecho que asombró a todo aquel que le conocía, pues no había hombre más apuesto que él, y al morir dejo la corona a su único sobrino, Choi Yeon Jun, hijo de su hermana mayor.

Aún en el palacio yace un gran retrato de él, al lado de los anteriores monarcas. A pesar de la desgastada pintura, es posible admirar su porte elegante. Ojos rasgados, grandes y profundos, piel pulcra y labios rojizos, mostrando siempre una pequeña sonrisa gentil. Espalda siempre recta y ropas de ceda y un elegante bastón de la época. Aún sentado sobre su trono se puede ver lo largas que eran sus piernas y aquel carácter gentil que poseyó.

Y a un costado de él, justo detrás de su hombro derecho, yacía su siempre fiel acompañante, Kwon Ji Yong. Un joven bonito y dulce de cabellos largos y dorados, que sólo les hacía lucir aún más excéntricos. Todo el reino sabía de Ji Yong, un joven muchacho hijo de unos floristas, quien siempre fue cuidado por el rey, quien lo acogió con todo y su familia, dándoles trabajo dentro del palacio.

Ji Yong sirvió al rey Seung Hyun desde el día en que le conoció, hasta que éste murió. Muchas personas del reino afirman que Kwon no fue el mismo desde ese día, a una alta edad sólo pudo entristecer y morir poco después, siendo enterrado justo a un lado del rey, orden del primo de éste, Lee Seung Hyun.

La verdad fue que Ji Yong no pudo vivir mucho sin su querido rey, al que admiraba, adoraba y amaba con todo su corazón. Sí, esos dos fueron amantes durante toda su vida, los amantes más intensos y verdaderos de todos, secreto que probablemente se llevaron a su tumba en el mayor grado posible.

Desde el primer día que Ji Yong miró aquel par de ojos oscuros supo que su corazón había dejado de ser suyo, y se lo entregó por completo al monarca. Por su parte, Seung Hyun se perdió en aquella cabellera de oro, que fue su inspiración a lo largo de toda su vida, creando una infinidad de bellas pinturas en honor a su amado.

Nunca volvió a existir un amor tan grande como el de ellos, tan verdadero y perdurable, que al pasar los años nunca perdió su fuerza.

A los ojos del Seung Hyun, Ji Yong siempre fue aquel dulce muchacho de cabellos rubios que le cautivó con su hermosura, que le enamoró con su nobleza y al que amó hasta que su corazón dejó de latir.

Para Ji Yong, Seung Hyun siempre fue el amor de su vida, un monarca honrado y respetable al que siempre estaría dispuesto a decir, una y otra vez, "Sí, mi rey".

Fin.

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Bueno, siempre quise hacerle una especie de epílogo xD Sé que no es mucho, pero me gustó así, sutil y dulce. Muchas gracias por haber seguido esta pequeña historia <3 

Sí, mi reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora