Prólogo

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Un joven curioso joven de dieciséis años caminaba por los vacíos pasillos del internado, como hacía a diario. No importa cuanto caminara, no llegaba a ninguna parte. La música en sus audífonos resonaba sobre sus oídos y, como si se tratara de un masaje, tocaban lo más profundo de su ser. La canción reproducida en su celular terminó. En cuanto el joven iba a cambiar la canción, sus oídos se fijaron en el sonido de un piano a lo lejos. Con cada acorde que sonaba sentía un golpe de su corazón, con cada tecla sentía como si su órgano vital saltara de su pecho y corriera desesperadamente hacia al piano.

Aceleró su paso rápidamente para encontrar al productor de esa bellísima melodía. Mientras más cerca estaba del salón de música más fuerte era el pulso de su cuerpo. No sería sorprendente que en un rato más estuviera en el suelo, desmayado. Tuvo que contenerse demasiado para no abrir fuertemente la puerta y gritarle al otro joven "¡¡toquemos juntos!!"

Silenciosamente entró a la sala y observó atentamente al pianista: Sus piernas inestables en el suelo, sus manos bailaban un vals sobre las teclas, sus brazos se movían a la pista de sus hombros, su cabello era como un bosque desordenado y cubriendo la frente. Su rostro parecía totalmente concentrado, carecía de expresiones mas sus ojos eran bellísimos y todos sus sentimientos emanaban a través de ellos. El otro joven estaba completamente emborrachado con el pianista y su música.

Esperó a que el pianista terminara con la pieza de arte que estaba exhibiendo para aplaudirle energéticamente. El "cabellos desordenado" se alteró ante eso y dió un pequeño salto. Miró hacia todos lados y vio al famosísimo violinista felicitándolo.

Sorprendente fue que el joven pianista no cayera desmayado. Tal fue el impacto que se vio obligado a pellizcarse para garantizar que este no fuera más que esos hermosos sueños que imaginaba a diario.

El pianista y el violinistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora