El comienzo del proyecto literario en el que estaba enfrascado se había dado meses atrás, cuando conocí a la que sería mi editora. Irene es una de esas mujeres que podrían ser sin problemas protagonistas de una trilogía entera: inteligente, graciosa, con una intuición acertada como brújula y, sobre todo, aguerrida y peleona.Recuerdo haber estado parado a su lado. La sala estaba sumergido en un silencio matizado solo por la pausada voz de Hwang Sok, autor del libro que nos reunía a todos ahí. Debo hacer una confesión en este punto: mi presencia en ese evento ocurrió casi por accidente.
Minutos antes me encontraba en el bar del costado, en una cita con un espécimen que claramente consideraba que un resumen de sus últimas diez borracheras era información de interés. Usé la excusa de querer un cigarro para tomarme un break lejos de esa conversación con tufo a trago, y agradecí por primera vez la existencia de la ley que prohíbe fumar dentro de locales públicos. Salí despavorido de la escena del crimen y vi que en el local del costado se realizaba la presentación de un libro. No estoy orgulloso de lo que hice a continuación: apagué el cigarro en la acera, miré hacía los lados como un fugitivo cualquiera, y opté unilateralmente por cambiar de plan.
Hwang Sok probó ser el segundo hombre de la noche que intentaría matarme del aburrimiento. Su libro —una novela bélica de ochocientas páginas— te hacía preferir un disparo a quemarropa con tal de no seguir escuchando hablar sobre él. Buscando algún cómplice de bostezos, volteé hacia la mujer parada en mi derecha y le dije, sonriendo, «Tengo que pedirle al autor que vaya a hacer otra de estas lecturas a la casa de mi hermano; es el tipo de somnífero que necesitamos para mi sobrino». Me devolvió la sonrisa y, sin hacer comentarios, volvió a poner su atención en el monólogo del soldado al que estábamos siendo sometidos.
Mi celular empezó a sonar, cortando con navaja la parsimonia del lugar (lamenté haber cambiado mi ringtone a «Anaconda» la noche anterior). Hwang Son no parecía estar interesado en las canciones de Nicky Minaj, y me lanzó una de esas miradas asesinas que no recibía desde el colegio. Me apure en sacarlo de mi bolsillo y quitarle el sonido. Hice un gesto de disculpa, sintiendo prácticamente que había violado a la comunidad literaria. Vi en la pantalla que era Gabriel, el chico que habia dejado desparejado. Opté por mandarle un mensaje por WhatsApp.
Seokjin
Gabriel, tuve un emergencia y me fui.
√√
Gabriel
¿Qué emergencia?
Me di cuenta de que la mujer a mi lado estaba leyendo la conversación de reojo.
—Tengo alergia severa a los idiotas... Pero dejé cancelada la cuenta y agregué dos cervezas más para poder ser otro de tus insoportables anécdotas de borrachera.
La espía no pudo evitar una carcajada que hizo eco. Hwang Sok empezaba a perder la parsimoniosa calma de su voz. Minutos después, el autor-soldado, desmoralizado por las constantes interrupciones, terminó su monólogo y pasó a la firma de libros. Volteé y decidí presentarme.
—Soy Seokjin —susurré.
—Irene —respondió, sonriente.
—Asumo que tú no llegaste aquí huyendo de un patán.
—Todas las mujeres estamos siempre huyendo de un patán...
—Buen punto.
—Pero en realidad mi editorial es la que publica este libro; por eso estoy acá.
Mi cara empezó a mutar entre diversas tonalidades de fucsia. Debía pensar que era un idiota.
—Siento lo que dije antes...
—No te preocupes —y bajó la voz—, puede que me haya quedado dormida un par de veces mientras lo leía, pero no se lo digas a nadie —me confesó, y nos reímos.
—Bueno, igual creo que prefiero las historias de Hwang Sok que las de mi cita de esta noche; por lo menos estas involucran el uso de neuronas.
—Si era tan malo, ¿por qué saliste con él?
—Es un experimento social, digamos. He optado por salir con una serie de sujetos equivocados, en pro de la supervivencia masculina. Mis conclusiones sobre cada uno van a dar un blog.
—Te agradecemos por tus servicios... ¿Un blog? Suena divertido.
—Si algún día estás con tiempo para matar, entra a www.50ultimascitas.com; ahí verás el detalle de mi lucha diaria.
—Así será. Tengo que ir para allá, a supervisar la firma. Quédate un rato, que mientras más denso es el autor, más alcohol ponen en los cócteles.
—Gracias, pero debo regresar a casa para registrar los pormenores de la velada, tengo una memoria poco confiable —le dije, y nos despedimos con cordialidad.
Es divertido como la vida está llena de reacciones en cadena. Tomas una decisión pequeña —una que no es de vida o muerte, y de la que parece no depender nada importante— y a veces termina siendo la chispa que enciende el mechero. Para mí esa noche fue un ejemplo perfecto de cómo aquello que nos encanta llamar «destino» es, a veces, solo una combinación de circunstancias que se sincronizan de modo asombroso.
Quemarropa
Que se dispare sobre un blanco apuntándole desde muy cera.
Hola bonitxs, el capítulo 2 cuenta con dos partes, esta es la primera y la segunda lo subiré mañana. Denle amor al capítulo.💜
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«¡ C L I C K!»
FanfictionSeokjin, el soltero más codiciado lleva un buen tiempo haciendo un experimento: salir con hombres incorrectos y escribir acerca de sus andanzas en un blog. Cuando conoce a Namjoon, la curiosidad de Seokjin se dispara: ¿quién es este tipo, que de al...