Frialdad, tal era el vaho que emanaba de sus delgados labios o la cristalina mirada a causa de las heladas lágrimas
Sonrosadas mejillas que ya no sentían el viento besarlas, sacándolas en sal y haciendo pegajoso el dolor.
Las nubes grisáceas la apagaban suavemente como una brasa en tierra húmeda...
El cielo realmente se largo a llorar por horas imposible de salir sin que te humedecieras en su tormento
Dime querida ¿no es está tu más preciada herida?