Única parte.

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«Por favor, no estés triste.
Cariño, te ves mas bonito cuando sonríes.
No pongas esa mirada triste porque me duele el corazón al verte así.
No estés triste, bonito.»

Cuando Mingyu decidió dejar la casa de sus padres para vivir en su propio departamento en la agitada ciudad de Seúl y ser un "hombre responsable", nunca imaginó que se volviera todo tan monótono y aburrido. Incluso puede decir que extraña a su hermana menor y su rara obsesión con los idols del kpop, porque, ¿qué tiene ese tal Sehun aparte de una cara de odiar la vida igual que su mascota cuyo nombre Mingyu ya no recuerda? Bueno, pensándolo bien, la extraña a ella y no a su obsesión por idols kpop.

Volviendo al tema inicial, Mingyu tiene una vida muy común y aburrida en alguna parte del centro de Seúl. Despierta estando solo, se prepara su propio desayuno que no varía mucho o a veces, cuando tiene dinero de sobra, se da el lujo de ir a desayunar a la cafetería en frente del lugar donde vive y ya después ir a sus clases en la universidad y como si fuera poco, estudia medicina y sí, es una carrera sumamente eterna y pesada pero siempre que recuerda porque decidió estudiarla en vez de de estudiar gastronomía, se siente con más fuerzas para continuar leyendo a las tres de la mañana. Y entre su trabajo de turno tarde y su carrera no tiene mucho tiempo para encontrarse con sus amigos y cuando lo tiene solo desea dormir hasta que le de mucha hambre y ya no lo aguante.

Una vida algo dura para alguien de tan solo veintitrés años pero desde que un chico bonito, aunque raro, se mudó en el edificio de al lado, los días de Mingyu se vuelven más interesantes. Al principio no le prestó atención porque estaba en época de exámenes y apenas si tenía tiempo para realizar las cosas fundamentales para vivir, pero cuando las pasó y tuvo más tiempo para si mismo, se dio cuenta de que las cortinas del edificio de al lado habían cambiado, ahora eran de un color amarillo pato. En un principio creyó que se trataba de una nueva vecina, pero cuando estaba regando las flores en su ventana (que ya estaban marchitas pero que él creía capaz de revivir) una mañana, la persona que corrió las cortinas y quien abrió la ventana no fue una chica, fue un chico.

Y no cualquier chico, era de esos con los cuales no sabes si debes hablarles o desaparecer rápidamente, de eso que no sabes cuantas lombrices habrán quemado de niños o cuantas ancianas ayudan a cruzar la calle en un día. Es decir, de esos chicos con apariencia amable y con una mirada de que nunca tienen un buen día. Así que Mingyu no supo que hacer en cuanto se vieron por primera vez, a solo unos metros de distancia.

Pero su vecino le sonrió, amable, y el cerebro de Mingyu terminó por colapsar en ese segundo porque todas las cosas que había pensado sobre él, desaparacieron al notar la inocencia y sinceridad en su sonrisa y sobretodo en la sonrisa dentro de sus ojos, esa que brillaba tan naturalmente y que Mingyu estaba seguro ninguna purpurina podría imitar porque si a esa cosa se la utilizaba como brillo ya no podía volver a usada con ese fin, no después de que existiera alguien con un brillo realmente hermoso en sus ojos.

ㅡ¿Medicina? Woah, eso es genialㅡle dijo Wonwoo, una de esas tardes donde conversaban desde sus ventanas.

ㅡSupongo, pero ser maestro de primaria debe ser más divertido, ¿no?ㅡsonrió levementeㅡTodos los niños están detrás de ti y te quieren.

ㅡNo todos, siempre hay algún revoltoso que busca hacerte la vida imposibleㅡle cuenta Wonwoo, apoyándose contra la pared debajo de la ventana y asomando más su cuepro por estaㅡ. Pero aprendes a soportarlos y entenderlos, entonces logras mejorar su comportamiento aunque algunos sean imposibles de tratar y bueno, el docente no puede intervenir más aunque quisiera.

plz, don't be sad ; meanie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora