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Para una estudiante universitaria con dos empleos de medio tiempo, cuyo horario es exhaustivo por naturaleza, es considerado un sacrilegio no estar arropada entre un montón de mantitas y durmiendo un domingo a las diez de la noche. Es como una ley. Bueno, quizás eso me lo acabo de inventar y sea mi propia ley, de seguro y hay un buen número de chicos en mi situación que justo ahora están pasándosela genial en algún bar o en alguno de esos lugares a los que van los jóvenes a divertirse hoy en día.

Rayos, acabo de sonar como una anciana amargada con la vida. Casi podría hacerle competencia a Yoongi, con su amargura y su nuevo cabello gris. Perdón.

Como sea, estar fuera de mi cama después de las nueve un domingo es algo que yo considero inaceptable. Es decir; sólo los domingos soy capaz de dormir mis ocho horas completas sabiendo que cuando despierte tendré que continuar con mi espantosa rutina nuevamente, pero con el consuelo de que dormí bien la noche anterior.

Sin embargo, aquí estoy yo, en una pizzería de la cual nunca había oído hablar en mi vida, con mi queridísimo vecino, comiendo una pizza de pepperoni buenísima con alguna canción de Ed Sheeran de fondo siendo más de las once de la noche. Podría casi considerarse una cita de esas cliché que suelen haber en los libros o películas.

Podría. Pero Yoongi no ha hablado más que para preguntarme de que quería comer la pizza y está más concentrado en comer -devorar- la pizza que en mí. Yo apenas he probado un pedazo porque ciertamente el apetito se me había esfumado en el mismo momento en el que había abandonado mi sopa instantánea recién hecha en mi apartamento. En otras circunstancias, Yoongi y yo hubiéramos incluso hecho una competencia por devorar la pizza, pero en este momento estoy demasiado ocupada tratando de descifrar el misterioso comportamiento del susodicho como para preocuparme por tener hambre.

Ciertamente llevaba sin verlo cerca de dos semanas y que de repente se apareciera en mi departamento en la noche y prácticamente me arrastrara a una pizzería menos conocida que yo para simplemente sentarse en silencio a devorar su pizza, me descoloca, me confunde y me hace querer golpear a Yoongi por... jugar conmigo de esta manera. Y a mí misma por permitirlo, por no negarme y por, a pesar de todo, seguir tan estúpidamente interesada en él que resulta patético.

A este grado incluso negarlo resulta inútil. Me gusta Yoongi. Me gusta, y todos mis esfuerzos por impedirlo o negarlo fueron estúpidos. Porque supe desde un inicio que debía simplemente ignorarlo y dejarlo estar, que no debí, en primer lugar, involucrarme y meterme en dónde no me llamaban y por supuesto, no debí dejar que me afectara tanto. Pero simplemente pasó y ahora no puedo hacer nada más que acepar mi derrota y darme cuenta de que Yoongi no está ni estará remotamente interesado en mí porque tiene alguna especie de pasado oscuro que claramente le impide avanzar o algo así. Y yo no tengo tiempo para estos dramas, tengo un promedio que mantener si quiero conseguir una beca y dos trabajos de medio tiempo que apenas me dejan respirar. Suficiente estrés.

Sin embargo, mi parte estúpida, la irracional Eunbin que más bien parece una adolescente de quince años que está dispuesta a vivir un romance cliché de drama donde la protagonista descubre el pasado del chico malo y juntos lo superan y al final viven felices para siempre, me dice que Yoongi sólo necesita a alguien que esté ahí para él y lo ayude sanarse de cualquier cosa que le haya pasado, y ese alguien soy yo.

Entonces me encuentro atrapada en una encrucijada, entre lo que debo hacer y lo que no, lo que quiero, lo que puedo y lo que no puedo permitirme. Es raro, y de seguro estoy dramatizando las cosas, pero es así como me siento, no puedo simplemente ignorarlo más.

Decido alejar todo ese tipo de pensamientos de mi cabeza y "disfrutar" de lo que queda, pero para cuando lo hago, me doy cuenta de que Yoongi está mirándome. No sé por cuanto rato lo ha estado haciendo, ni cuánto tiempo he estado yo en mi debate interno, pero parece haber sido el suficiente para que él se acabara la pizza. Solo. Parpadeo con rapidez y espero que el voltee la mirada, pero no lo hace y en su lugar sigue mirándome tan intensamente que me remuevo en mi silla, incomoda por su repentina atención.

Bad Mood; Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora