Capítulo uno.

165 11 2
                                    

¡Passss! 

La mano derecha de Drew se estrelló con fuerza contra mi mejilla. Mi cuerpo se tambaleó debido al impacto y caí al suelo como consecuencia. Mi espalda chocó fuertemente contra la mesita del salón y mis ojos se cerraron, ahogando un gemido de dolor. Miles de lágrimas luchaban por escaparse de mis ojos. Llevé una de mis manos a mi espalda, intentando frotar la zona adolorida. Sentí los pasos de Drew acercándose hacia mí. Levanté mi cabeza temerosa para mirarle. Su rostro denotaba un claro enfado. Su mandíbula estaba tensa y sus mejillas estaban enrojecidas. Las venas de su frente y cuello se marcaban notablemente. 

-¿Te has enterado, Temperance? - asentí levemente con la cabeza, tragando el nudo que se había formado en mi garganta hacía un rato. - No te he oído.

-S-sí... - mi boca estaba demasiado seca y me costaba claramente hablar. 

-Levántate. - me encogí aún más en mi sitio al oír su dura voz exigiéndome algo nuevamente. - Que te levantes, joder. - su cuerpo se encorvó ligeramente hacia delante, cerniéndose sobre el mío. Sus manos agarraron mis delgados brazos, tirando de ellos bruscamente hacia arriba para ponerme en pie. 

Su dura y fría mirada me hacía estremecer. El apretado agarre sobre mis brazos ardía como el infierno y él parecía disfrutar con ello. Mis piernas apenas podrían sostener mi cuerpo de no estar agarrada por él. Mis músculos estaban débiles y entumecidos. 

-No quiero que vuelvas a desobedecerme. ¿Está claro? - asentí de nuevo. 

Gracias al cielo, sus manos abandonaron mis brazos y su cuerpo se separó del mío con brusquedad. Volví a tambalearme, pero esta vez conseguí mantener el equilibrio. Se acercó al sofá donde estaba su negra chaqueta de cuero y el caso de su moto y se giró para mirarme. Su mirada seguía siendo dura y fría. Sentía que quemaba mi piel. 

-Vete a dormir, mañana hay clase. Pasaré por ti a la hora de siempre. 

Y tras eso, abandonó mi casa, dando un fuerte portazo al salir. Respiré profundamente, intentando controlar mi sistema nervioso. Por muchas veces que esto se haya repetido o se vaya a repetir, mi cuerpo seguirá respondiendo igual y el miedo se apoderará de mí.

Una vez me aseguré de cerrar con llave la puerta de la entrada, y de apagar todas las luces del piso de abajo, subí a mi habitación, aún temblando. Cuando llegué a esta, me tiré sobre la cama, hundiendo la cara en la almohada. Y de una vez por todas, las lágrimas que previamente había estado reteniendo, salieron descontroladas, mojando así mis mejillas y la tela donde tenía mi cara apoyada. Mi móvil vibró dentro de mis ajustados pantalones, haciéndome reaccionar. Un mensaje había llegado. Lo saqué como pude, ahogando gritos de dolor al mover mis débiles brazos, y giré sobre mí misma, colocándome mirando al techo. Deslicé el dedo por la pantalla del móvil, desbloqueándolo, para encontrarme el nombre de Drew como remitente del mensaje. 

"No me gusta tener que ponerme así contigo, nena, pero tienes que aprender. Debes aprender a hacerme caso. Ya lo sabes. Descansa, hermosa. Te quiero". 

Leí y releí el mensaje como unas cien veces e inevitablemente, las comisuras de mis labios se curvaron levemente hacia arriba en una pequeña sonrisa. Drew me quería, y eso era todo lo que me importaba. Él era todo lo que yo quería.

Cuando mi madre murió, mi mundo se había hecho trizas. Mi padre, mi hermano Ian y yo habíamos quedado completamente hundidos. Entonces mi hermano tenía 5 años y yo apenas iba a cumplir los 2. Mi padre sacó la familia adelante él solo como pudo, y he de decir que nunca nos faltó de nada. No hasta que un día se le ocurrió irse sin decir nada y dejarnos a Ian y a mí solos en casa. De ese entonces yo ya me daba cuenta de más cosas. Ian tenía 13 años y yo 10, y eso fue lo que nos ayudó a que mi hermano consiguiera localizar a la abuela y se hiciera cargo de nosotros. Por esa misma razón ahora esta casa es nuestra. Mejor dicho, mía. Los abuelos estuvieron cuidándonos durante muchos años. Realmente se comportaron como los padres que desgraciadamente nunca habíamos tenido. Ian se había ido al cumplir los 19 a estudiar a una ciudad a dos horas de aquí, y yo me había quedado con mis abuelos. Tristemente, ellos murieron en un accidente de coche cuando iban a recogerme al colegio, dos años después de la marcha de Ian. Para aquel entonces, yo ya era mayor de edad, por lo que pude quedarme sola a vivir aquí.

Había conocido a Drew al mudarme aquí. Iba al mismo instituto que yo y coincidíamos en algunas clases. Es un chico dulce y tierno, además de demasiado guapo. Su pelo negro azabache siempre estaba peinado hacia arriba, y sus ojos marrones eran preciosos cuando estaban en calma. Fue el primero en hablar conmigo, y fue mi fiel y único amigo durante un largo tiempo antes de convertirse en mi novio. Siempre había estado a mi lado, y nunca, nunca me había fallado. No como yo a él.

Siempre fue claro conmigo. No le gusta que me relacione con otras personas. Soy suya, y resultado de eso, mi atención, mis palabras y sonrisas amables deben ser sólo para él. Y yo había desobedecido mil millones de veces. No porque lo hiciera a propósito, ni siquiera lo hacía consicentemente. Es sólo que no soy lo suficiente valiente como para despreciar a alguien e ignorar su presencia mientras intenta relacionarse conmigo. Es por eso por lo que Drew comenzó a hacerme aprender de esta manera. Aún así, sigo fallándole. Y siento que no le merezco. Después de todo, es el único que está a mi lado y el único que se preocupa realmente por mí. Por eso no me importa las veces que tenga que someterme a sus dolorosas lecciones. Mientras duren, sabré que me quiere. 

"Siento mucho haberte fallado de nuevo. Sabes que te quiero más que a nada. Buenas noches, Drew".

Satisfecha, programé la alarma para el día siguiente y dejé el móvil sobre la mesita, al lado del pequeño reloj. Estaba tan cansada y adolorida, que no tenía siquiera fuerzas para ponerme el pijama. Lo único que hice fue deshacerme de mis viejas converse blancas y meterme bajo el caliente edredón que cubría mi cama. Apagué la luz de la habitación en el interruptor que quedaba justo a la izquierda de mi cama, y me acurruqué, haciéndome una pequeña bolita. Cerré los ojos, intentando dormir. Mañana tendría que lenvantarme más temprano para arreglar las marcas que de seguro aparecerían en mi cuerpo. Tendría una larga sesión de maquillaje por delante.

Saved || Próximamente ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora