Recuerdos

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Cassie ya no miraba atrás. Hacía ya más de un año de la muerte de Conner, pero ya no se dejaba atormentar por los pensamientos oscuros. Los viajes por todo el mundo y el mecanismo de autodefensa del cerebro, borrando en gran parte los recuerdos más traumáticos de aquel día, habían logrado convencerla de que todo estaba superado, de que podía volver a los Estados Unidos.

Desde que había vuelto, dos semanas atrás, había estado vagando sin rumbo fijo, pensando sólo lo justo para conseguir comida una o dos veces al día, sin hablar con nadie, completamente apática. No sabía donde le llevaban sus pasos, pero hacía varias horas que andaba, bajo un sol abrasador, hacia una gran ciudad cuya silueta se recortaba en el horizonte, haciéndose cada vez más grande según se iba acercando.

Su ropa estaba sucia y olía mal. Le importaba un comino lo que cualquiera pudiese pensar de ella, pero por comodidad propia buscaría una forma de lavarse y de conseguir nuevas ropas en esa ciudad, fuese la que fuese, pero, ante todo, lo primero sería encontrar agua. Estaba completamente seca y no había bebido desde la noche... Sus fuerzas ya empezaban a escasear.

Pensó en aquellos días en que tenía los poderes que su padre le había otorgado, no hubiese tenido problemas de calor ni sed con ellos. ¿No se los habían devuelto en algún momento lejano en el tiempo? Ya no lo podía recordar. Sentía que las fuerzas comenzaban a fallarle... ¿Había sido la noche anterior o hacía dos noches que no bebía nada?

Ya era capaz de distinguir las ventanas de los edificios. Había uno muy alto que le sonaba de un tiempo pasado. Estaba segura de que en algún momento estuvo en aquella ciudad, pero no podía recordar cuál era. Le daba igual, la garganta le quemaba, la cabeza le dolía por llevar recibiendo horas directamente el sol y poco a poco todos los recuerdos contra los que llevaba un año luchando se agolparon en su cabeza.

Cayó sobre sus rodillas y después apoyó los codos sobre el duro asfalto, sus cabellos acariciaron el suelo. -Conner-, susurró. Luego perdió el conocimiento.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero una fuerte brisa la despertó. Al abrir los ojos vio pasar a velocidad vertiginosa el suelo y los edificios de la ciudad desde una gran altura, y se percató de que unos brazos la rodeaban. Alzó la vista y vio esa cara que en tantos periódicos había visto antes, no estaba segura de si alguna vez había llegado a verle en persona; Superman. Volvió a mirar hacia el suelo y perdió de nuevo el conocimiento.

RecuerdosWhere stories live. Discover now