Capítulo 1

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No podía creer lo que había visto, pero sabía que sus sentidos no mentían. Escuchó cómo él le susurraba un tierno "te amo" que debió pertenecerle a ella. Pero no. Ese "te amo" iba dirigido a otra.

Ella nunca se había ilusionado con el amor. Hasta que lo conoció. Lo amaba como a nadie más en su vida, y daría todo por él... pero él no correspondía sus sentimientos.

Ella consideraba estúpidas las comedias románticas y todo lo que tuviera que ver con el amor. Su mejor amigo la comprendía.

Corrió a su casa, tratando de contener las lágrimas, pero durante el camino no aguantó más y dejó que toda su rabia, impotencia y tristeza se liberaran. Llegó a su casa y se lanzó a los brazos de su confundida y preocupada madre.

-Hija, ¿qué pasa? -preguntó secándole las lágrimas, que pronto fueron reemplazadas por unas nuevas.

-Yo... yo... lo vi con otra, mamá -ella se acercó a su hija, estrechándola entre sus brazos.

-Mira, yo voy a contarte una historia...

Durante el Día de San Valentín de 1977 decidió salir a dar un paseo, y lo vio. Sus rizos no se comparaban con nada, y su camisa medio abierta había encendido una llama en su interior que ella desconocía por completo. Se había quedado petrificada mirando cómo el castaño de ojos verdes entraba en una tienda de libros. Y entró detrás de él.

Saludó como siempre a la señorita que atendía, pues ella siempre iba ahí a refugiarse en sus libros.

Y lo vio ahí, parado frente a una estantería que decía "Románticos". ¿Es que buscaba un regalo de San Valentín? Ella se acercó y le preguntó:

-¿Buscas algo en especial? -debió asustarlo, pues el chico saltó-. Perdón, no pretendía asustarte -se disculpó.

-No, no te preocupes. Sí, busco un regalo para mi hermana.

-¿En el día de San Valentín?

-Pues sí. La amo, y haría cualquier cosa por ella. Ama los libros, y he pensado que le gustaría el regalo.

-Oh. ¿Ha leído la obra de Shakespeare?

-Sí, al menos unas siete veces -ella frunció los labios. Romeo y Julieta siempre era el típico libro para enamorados, pero si la chica ya lo había leído...

-No sé si sea romántico o no, pero te recomiendo el Ruiseñor y la Rosa. Es más una tragedia romántica, pero es hermosa.

-Gracias -el muchacho sonrió y ella se deslumbró por completo.

-Si... si necesitas algo... estaré en la sección de Ciencia Ficción.

-¿Eres ayudante aquí?

-No. Pero conozco la librería como la palma de mi mano. Soy Selene, un gusto.

-Drake. Adiós, veré si encuentro el libro. Gracias, otra vez.

Ella se dio la media vuelta para marcharse hacia su lugar privilegiado en aquel paraíso de hojas y letras. La propietaria del lugar era muy amable, y como ya la conocía, siempre le dejaba un lugar entre los sillones de cuero rojo con mesas de café.

Tomó un libro al azar y comenzó a leer, aunque se distrajo varias veces al observar el perfil del muchacho que se hacía llamar Drake. Sus ojos definitivamente eran un mar verdoso en el que quería perderse.

-¿Selene? -ella despertó de su ensueño y miró hacia su izquierda-. Lo he encontrado. ¿Cada cuánto vienes por aquí?

-Casi todo el tiempo, sobre todo en vacaciones. ¿Por qué? -se sentía halagada por que él le hubiera preguntado eso. ¿Era acaso una pregunta con trasfondo?

-Ehhh... ¿podemos encontrarnos aquí a la misma hora? Me gustaría decirte qué le ha parecido el libro -él se pasó una mano por el cabello.

-Claro. Mañana a la misma hora. Adiós -lo despidió con la mano y lo observó alejarse. Suspiró profundamente y continuó con su lectura.

-¿Es la historia de papá y tú? -preguntó Ella a su madre.

-Sí, y de verdad, no creo que hayas escuchado esta versión. Tu padre siempre la hace sonar demasiado perfecta, pero no fue realmente así.

-Sigue -dijo a su madre con una sonrisa falsa. La historia la estaba distrayendo lo suficiente como para no tener que pensar en la traición de Daniel.

1978.

Ya había pasado casi un año desde que lo conoció, y desde entonces él va muy seguido a la librería para comprar libros. Ella, como toda una adolescente, pensaba que era para verla, lo que no era del todo verdad, pero tampoco era mentira.

Ella, con cada sonrisa, cada guiño, cada mirada, se iba ilusionando más y más, hasta que hubo un punto en que no pudo más.

Se encontraron en el mismo lugar, los sillones de cuero rojo estaban cada vez más desgastados, pero tenían ese aire familiar que ambos adoraban.

-Harry -empezó ella, sacándolo de su lectura-. Tengo que decirte algo.

-¿Sí? ¿Sabes? Ahora que me acuerdo, yo igual debo decirte algo.

-Empieza tú.

-¡Cómo crees! Las damas primero. Además, tú comenzaste -él rio. Ella amaba su caballerosidad, tan... de los años 30, cuando la dama era cortejada como una diosa.

-Insisto.

-Está bien. ¿Recuerdas a Nancy, la chica de la que te hablé el otro día? -una punzada de celos recorrió a Selene, erizándole los vellos de los brazos.

-Sí, ¿que hay con ella? -preguntó, intentando sonar lo más casual posible.

-Le he pedido que salga conmigo. Y nuestra primera parada será aquí, en la librería.

Obra registrada en Safe Creative bajo el código 1502133248834

AR

Valentine's DayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora