Capítulo 2: Reglas.

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El sol comenzaba a salir en una nueva mañana en la ciudad de Seúl, los primeros rayos se filtraban por la ventana de la habitación de KiBum y éste se removía perezosamente sobre su cama, comenzando a despertarse de forma paulatina. Se incorporó bostezando, talló sus ojos para poder aclarar su visión y se sobresaltó al darse cuenta en dónde se encontraba.

— ¿Cómo llegué aquí? –Susurró el castaño, intentando recordar algo—. ¿JinKi? No, imposible, él no sería capaz de... —Detuvo todas sus deducciones al darse cuenta que sólo su jefe pudo haberle llevado hasta allí—.

KiBum salió de la cama de un brinco, tenía que disculparse con su jefe por su comportamiento la noche anterior, se estaba muriendo de la vergüenza. Rápidamente tomó una ducha, cepilló sus dientes y fue a su armario donde escogió una vestimenta bonita para comenzar su primer día de trabajo, se decidió por unos pantalones negros ajustados a su cuerpo, zapatillas converse del mismo color, camisa blanca, un sweater largo y muy bien tejido y algunos accesorios como sus inseparables piercings.

Al bajar a la cocina se encontró con su jefe, quién tomaba una taza de café y revisaba algunos papeles que se encontraban sobre la encimera, se acercó de forma lenta hasta que el mayor alzó su mirada y sonrió de forma leve, rozando lo imperceptible.

—Buenos días KiBum, ¿dormiste bien? —Dijo el de cabellos acaramelados, dando énfasis a la pregunta—.

Y el castaño no sabía cómo responder a eso, estaba abrumado tanto por la pregunta como por el aspecto de JinKi, '' ¿En qué momento se había convertido en alguien tan atractivo?'' Eso se preguntaba KiBum ahora, aunque desde que lo vio le pareció alguien muy guapo ahora se sentía confuso con la presencia del otro al verle así, vestido de manera formal.

— ¿KiBum? —Volvió a hablar JinKi—.

— ¿Eh? Yo, yo realmente lo siento por lo de ayer, no sé cómo me dormí pero...

—Ven aquí. —Habló de forma repentinamente seria el mayor, cortando toda palabra del otro—.

KiBum agachó su cabeza levemente y se sentó enfrente de su jefe, esperando el regaño que se avecinaba.

— ¿Tienes idea de todo el esfuerzo que me llevó cargarte hasta tu habitación? A mí no me sirven tus disculpas, deberás hacer algo por mí. —Dijo JinKi, apunto de reír al ver que KiBum no era capaz ni de mirarle a los ojos—.

—De verdad lo siento mucho, no quise dormirme pero...

— ¿No vas a preguntar qué es lo que debes hacer por mí? —Interrumpió por segunda vez el mayor—.

—L-lo siento, ¿qué es lo que debo hacer? —Dijo el castaño, sin dejar de observar sus manos debido a la vergüenza que sentía—.

—Deberás cocinar para mí el mejor almuerzo que hayas hecho en tu vida, ¿entendido? —Dijo JinKi sonriendo por la actitud de su asistente—.

KiBum al escuchar aquello levanto su mirada rápidamente, estaba muy sorprendido por lo que decía su jefe pero al ver su sonrisa comprendió que todo se trataba de una broma.

—Está bien, yo pensé que me ibas a regañar...

— ¿Tan malo crees que soy? —Preguntó JinKi con evidente diversión—. Sólo bromeaba KiBum, me disculpo si te asusté y sobre lo de ayer, no te preocupes aunque deberías comer más, eres muy ligero de cargar.

JinKi se encontraba realmente divertido con la situación, no pudo resistirse en jugarle una broma a su asistente, simplemente fue algo que no tenía planeado hacer pero que surgió en el momento y lo volvería a hacer con tal de ver la reacción tan graciosa de KiBum.

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