Pasamos una tarde increíble. Fuimos al cine, donde vimos una película que, la verdad, estuvo bastante buena y después de eso, nos fuimos a tomar un batido a una heladería, donde hablamos de cosas banales y sin sentido.
Como siempre que estoy con él, me divertí, me reí y me olvidé por algunas horas de todos los quilombos que hay en mi casa. Él sabe que algo no va bien pero no me pregunta, no me presiona para que se lo cuente tampoco porque sabe que aún no estoy lista para hacerlo. Nos conocemos demasiado.
Ahora, nos encontramos caminando de regreso a mi casa ya que él, como buen caballero que es, se ofreció a acompañarme. Lo noto un poco distinto a como estaba hace algunos minutos atrás; un poco ¿nervioso? Y absorto en sus pensamientos.
—Hey, ¿estás bien? ¿Pasa algo? —le pregunto, frenando el paso.
—Eh...sí, si, estoy bien. Solo pensaba —me regala una de sus sonrisas maravillosas y en ese momento mi corazón se salta un par de latidos.
¿Qué fue eso?
Continuamos caminando pero en esta oportunidad soy yo la que está ensimismada en sus pensamientos.—¿Qué fue eso? —me vuelvo a preguntar.
—Te gusta, tanto —contesta esa voz dentro de mí.
—No, eso no puede ser —me contesto a mi misma, tratando de convencerme de mis propias palabras.
—Si eso es lo que quieres creer, allá vos, pero no podes negar lo que te pasa por siempre.
—¿Sabes qué? —escucho a Peter hablándome y vuelvo a caer en la realidad. Él detiene su andar y yo lo imito. —Sí me pasa algo y necesito decírtelo —lo miro confundida. Lo veo titubear por un instante hasta que larga una gran bocanada de aire y me mira directo a los ojos. Un escalofrío recorre mi espina dorsal.
—¿Qué sucede? —lo animo a seguir. Suspira.
—Lo que sucede es que...no puedo ocultar más lo que me pasa, lo que siento. Necesito decírtelo porque ya no puedo soportarlo más dentro de mí. —Hace una pausa. Yo solo me dedico a mirarlo. —Me gustas, Lali. Más de lo que te podes imaginar. Yo...no puedo, ni quiero obligarte a que sientas lo mismo por mí. Entenderé si este sentimiento no es correspondido. Solo...necesitaba que lo sepas —concluye.
Me quedo muda, sin saber que responderle, con mi corazón latiendo desbocado. De repente, me siento mareada, abrumada por los recuerdos que vienen a mi mente.
"Te amo" "Sí, te engañé con otra" "Lo nuestro se terminó" "Sos muy poca cosa para mí" "Perdoname, mi amor"
Siento como las heridas en mi corazón amenazan con volver a abrirse y una lágrima resbala por mi mejilla.
—No, no llores —me dice Peter al tiempo que quita el rastro que dejó aquella. —Perdoname, no te quise hacer sentir mal —me rodea con sus brazos pero yo no soy capaz de responder a su abrazo y solo me limito a soltar lágrimas sin control. —Perdoname —susurra en mi oído.
Nos quedamos así por un momento hasta que logro calmarme y lo aparto sutilmente. Me limpio el rostro para alejar todo rastro de de llanto y lo miro a los ojos.
—¿Te soy sincera? —cuestiono con la voz un poco rota y él asiente. —No estoy preparada para abrir mi corazón de ese modo. No quiero salir lastimada, otra vez —murmuro esto último y agacho mi mirada, pero él me toma del mentón para hacer que lo mire.
—Yo no voy a lastimarte —dice clavando su mirada en la mía, pero yo doy vuelta el rostro para esquivarla.
—No afirmes cosas que no sabes si vas a poder cumplir —murmuro.
Mi miedo es real. Ya he abierto mi corazón completamente y he salido totalmente destrozada. Desde ese momento prometí no volver a hacerlo, pero con él me cuesta tanto.
—Por favor, al menos dejame intentarlo, dejame demostrarte que no soy como los demás —susurra mientras toma mi mano derecha y la entrelaza con la suya. Sonríe levemente ante ese acto.
Cada una de sus palabras parecen sinceras y su mirada...su mirada me hace confiar en en ellas de una manera que no quisiera.
Cierro los ojos por un instante para dejarme llevar por la tranquilidad que, de pronto, me envuelve al estar así con él.
—Por favor... —suplica y siento su aliento golpear de lleno contra mi rostro. Seguro está mucho más cerca de lo que creo.
Suspiro rendida ante mis sentimientos. Rendida ante él.
—Está bien —digo al fin. —Te entrego mi corazón, Juan Pedro Lanzani —su mirada se ilumina y lo veo sonreír. Luego, une mi frente con la suya, mientras con su mano libre acaricia mi mejilla.
—Y yo te entrego el mío, Mariana Espósito —sonrío en respuesta y, finalmente él junta nuestros labios para adentrarnos en un beso tan dulce como liberador.
Creo que al fin voy a comenzar a sanarme. Esto es lo que necesito para ser feliz, para sentirme bien conmigo misma. Sentirme amada y valorada, después de haber sufrido tanto por alguien que no me merecía en absoluto.
—Te voy a cuidar, te lo prometo —me dice Peter y yo asiento con un movimiento de cabeza, porque le creo, porque sé que lo dice de verdad. —Te quiero.
—Yo también te quiero —le respondo y sonríe. Nos besamos nuevamente.
Hola! Aquí estoy
otra vez con un nuevo corto.
Espero que les guste
Y lo disfruten 😊😘💕