Hoy se cumple un año exactamente desde que perdí a la mujer de mi vida, hace un año que se fue mi compañera, mi amiga, mi consejera; mi mamá.
Me siento extraña porque hoy, después de un año, "comienzo una nueva vida", en una casa nueva y con una "familia" nueva.
"Estoy de novio" esas tres palabras que salieron de la boca de mi padre hace casi tres meses atrás, cambiaron mi vida. Sigo sin poder asumir la perdida de mi madre y no me resigno a la llegada de esta mujer; Claudia. No me entra en la cabeza como mi papá le puede hacer algo así a mi mamá. ¿Tan rápido se olvido de ella? ¿O es que acaso nunca la amó de verdad?
Lo odio un poco por todo esto. Así como también siento que odio a Claudia por robarme lo único que me queda. Llámenme infantil pero así lo siento.
Durante tres meses me negué siquiera a ver una foto de esta mujer y saber que ahora voy a tener que compartir, no solo a mi papá, sino casa con ella, me cabrea.
Y no solo eso, sino que ahora también voy a tener que tener un hermanastro, ya que Claudia tiene un hijo un año mayor que yo. Creo que su nombre es Juan Pedro.
Subí a la camioneta donde mi papá me esperaba ya listo para partir. Teníamos más de dos horas de viaje hasta Palermo, donde sería nuestro "nuevo hogar". Me sentía triste por tener que dejar mi casa y mi vida atrás, y enojada por tener que comenzar desde cero en un lugar que no quería.
Me puse mis auriculares con la música que tanto me gustaba, mirando por la ventana y con el silencio inundando el auto. Tal era el silencio que termine quedándome profundamente dormida.
Un escenario, un micrófono, un reflector y yo parada en el centro del escenario cantando por y para mi público. Al terminar la canción el público estallo en vítores y yo sentía que mi pecho iba a explotar de la felicidad.
—¡Ole, ole, ole, ole, Lali, Lali! —gritaban.
—Gracias, muchas gracias —dije al borde de las lagrimas. Ellos siguieron gritando un rato más y esperé que aminorara un poco ese maravilloso sonido para poder hablar. —GRACIAS a ustedes y a todos los que hicieron que esto sea posible —repetí y mire a mi mamá.—No me caben dudas de que yo nací para estar hoy, acá, frente a todos ustedes —una lagrima resbalo por mi mejilla. Una lágrima que no representaba tristeza sino alegría, la alegría de haber cumplido un sueño. Me limité a cerrar los ojos y llenarme de esa gran energía que me brindaban mis fans. Ellos lo eran todo.
De pronto sentí un beso en mi mejilla y una mano posarse en mi cintura. Segundos de gritos ensordecedores. Abrí mis ojos lentamente y giré mi cabeza para ver a un chico peladito, de lunar, ojos verdes y luminosos como la luna, y con una capaz de derretir a cualquiera. Le sonreí y más gritos se escucharon en el teatro cuando me tendió un ramo de flores.
—Cumpliste tu sueño, mi amor —murmuró en mi oído. Presionó un delicado beso en mis labios y se retiró.
—¡WOW! —dije largando una gran bocanada de aire para no llorar. —Esto no me lo esperaba —reí. —Gracias a él también, a mi amor, —sonaron más gritos —que fue quien me impulsó y me animó con toda esta gran locura.
—Gracias a ella por brindarnos su talento, ¿no? —preguntó desde algún lugar con un mic, para que se escuche en todo el teatro. Los fans gritaron a coro un "¡SIIII!" —La rompiste, mi amor —sonreí.
—¡Laliter! ¡Laliter! ¡Laliter! —gritaban los fans.
—Lali, ¡Lali! —abrí mis ojos con pesadez. —Dale, ya llegamos —dijo mi papá entusiasmado antes des bajarse de la camioneta. Miré a mi alrededor, intentando ubicarme y vi una gran casa por la ventanilla. Personas entrando y saliendo con cajas y, un poco más lejos, la imágen más desagradable que podría haber visto. Mi padre y esa rubia a la que él llama novia, intercambiando saliva. ¡DIAJ!