Los días ya se habían vuelto bastante fríos en Hogwarts, por lo que los alumnos pasaban más tiempo en el interior del castillo, eran pocos los que salían a los jardines en sus ratos libres, pero el frío no detendría a cierta Ravenclaw, que muchos tildaban de extraña y loca.
Esa tarde el viento era bastante fuerte, la rubia leía, bastante abrigada, debajo de un árbol que bordeaba el claro de los thestrals, mientras una de las criaturas estaba echada a sus pies. Ya hacía un buen rato que estaba allí, el frío se hizo más intenso y el cielo comenzó a oscurecerse, por lo que la rubia decidió que ya era momento de volver al castillo. Acarició la cabeza del thestral, se puso de pie y se encaminó hacia el castillo, como de costumbre poniéndole atención a todo en su paso, menos al camino... y de repente choco con algo o, más bien, alguien.
Al mirar se encontró con un Theodore Nott, a dos pasos de ella, que la miraba enojado... era extraño nunca había visto esa mirada, su cabello negro como la noche, estaba más peinado que de costumbre... en verdad había algo raro en él, y ya hacía tres días de esto.
―¿Qué rayos haces por qué no te fijas por dónde vas? ―su voz sonó más dura que de costumbre.
―Lo siento no te ví, no esperaba encontrar a nadie aquí ―se disculpó la Ravenclaw mirándolo extrañada, ¿Qué estaba pasando aquí?
―Ni se te ocurra mencionar que me viste aquí ―dijo el pelinegro con los dientes apretados y una mirada completamente amenazadora, a lo que la rubia solo pudo asentir, no por miedo, sino por la confusión y el desconcierto que sentía... el pelinegro se alejó sin cambiar su expresión.
Luna lo observó alejarse, esto era raro, Theo no era así... y con una maraña de dudas en su cabeza siguió el rumbo del pelinegro hacia el castillo, manteniendo su distancia.
Ya en el castillo fue directo a su habitación para dejar algo de la ropa extra que llevaba encima, después de unos minutos estaba nuevamente caminando hacia el gran comedor, donde ya se encontraban la mayoría de los alumnos esperando que apareciera la cena. A diferencia de lo que hacía siempre, se ubicó en una esquina en la mesa de Ravenclaw, donde sabía que nadie la molestaría, necesitaba tranquilidad para tratar de desenmarañar el lio que había armado, en su mente, la actitud de Nott.
En un momento sus ojos se desviaron a la mesa de las serpientes, más precisamente a donde se encontraba Nott, junto a sus amigos, los cuales hablaban mientras él parecía algo distante, quizás más que de costumbre. Después de un buen rato los alumnos comenzaron a abandonar la sala, y la rubia decidió esperar un momento más, para no encontrarse con los pasillos repletos de gente.
Iba por uno de los pasillos, todavía algo perdida en sus pensamientos, cuando escuchó una voz que se le hizo familiar, y al mirar encontró a unos cuantos metros de ella, a Nott acercándose amenazadoramente, a un pequeño Ravenclaw, que lo miraba aterrado mientras retrocedía.
―¿Eres un pequeño idiota o qué te pasa? ―no podía creer lo que veía, pero no se iba a quedar sin hacer nada y apresuró el paso.
―Yo... yo... no... qui... quise... ―tartamudeaba el niño cuando la figura de la rubia se interpuso entre él y aquel aterrador Slytherin.
―THEODORE NOTT BASTA ―la voz de la rubia resonó en el pasillo, y vio la furia destellar en aquellos ojos azules que tanto le gustaban, y de repente sintió las manos que comenzaban a apretar su cuello.
―¿Es cosa de los Ravenclaw ir chocando a todo el mundo? ―las palabras fueron escupidas con asco. Luna escuchó los pasos del niño que se alejaba corriendo y luego sintió cómo su cuerpo era estampado contra la pared, mientras las manos que apretaban su cuello se cerraban cada vez con más fuerza impidiéndole respirar. Sus ojos no se despegaban de los de él... y de repente algunas varitas apuntaron a la cabeza del pelinegro.
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La Torre
FanfictionCuenta la leyenda que en algún lugar del mundo mágico existe una vieja y destartalada Torre llena de magia, que cada cierto tiempo escoge a alguien con magia y se lo lleva. Theo había escuchado esa historias y se le hacía difícil creer que era real...