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Había mucho ruido, los asientos eran incomodos, no había muchos títulos interesantes en los estantes, todo era pésimo en esta biblioteca.

Ya paso un mes desde que me mude del lugar donde vivía cómodamente, la verdad es que prefiero obviar el tema, pero a veces siento que fue una decisión muy apresurada, pero los sentimientos que tenía y no los entendía, me mataban y seguiría así, si aún estuviera ahí, más que todo junto a él.

Me pare y tome mis cosas, el ambiente realmente era todo menos tranquilo, para ser una biblioteca, al salir sentí que el aire estaba aún más frio que por la mañana, levante mi vista y en efecto las nubes empezaban a propagarse por el cielo, de seguro y llovería en cualquier momento, será mejor que me resguarde en algún lugar, voltee a analizar los alrededores y volví a observar aquel pequeño café que quedaba en frente, siempre lo veía al salir pero no me llamaba mucho la atención para entrar. Supongo que este es el momento donde debo hacerlo, suspire pesadamente y me dirigí a aquel lugar.

A penas abrí la puerta de entrada sonó una pequeña campanilla que estaba encima de esta y melodías de jazz me recibieron.

-Que vintage

El lugar no era tan espacioso y todo en él era tan de los 60s o 70s, tampoco estaba lleno, una pareja y un par de chicas eran los únicos clientes, observe una mesa en el fondo alejada y cerca a muchos cuadros, definitivamente ese lugar era para mí, me acerque y deje mi bolso en la silla de enfrente, y al rato se acercó un chico, supongo que el mesero.

-Buenas tardes, espero su estancia aquí sea de su agrado –dijo eso con una cálida sonrisa mientras dejaba una carta, pero notaba que su acento era un poco raro y al parecer también era perspicaz – disculpe mi acento es que acabo de venir de China.

-¡oh! No te preocupes te entiendo perfectamente – me sorprendió el hecho de que fuera extranjero, nunca había conocido a alguien que no fuera de Corea.

-Es un alivio, bien regresare luego para tomar su pedido.

Lo observe dirigirse a donde estaba la pareja, al parecer él era el único mesero en esta cafetería, ya que solo él se movía de las mesas a la cocina y así, dirigí mi vista a la carta y vi que habían varias cosas apetecibles, desde un tiempo que no pruebo nada dulce, y afuera hace frio, por esta vez me daré el lujo de poder comer lo que quiera.

Y no me equivoque todo fue realmente delicioso, sentía que el flan de fresas era lo mejor que había probado en mi vida y que el café con nata me hacía llorar de felicidad.

Era como si...Era como si mi paladar fuera bendecido.

De repente me sentí gris, como si todo se hubiera parado a mí alrededor, porque me recordé de aquella persona, porque cada día tenía que ser esa persona.

-¿Por qué sigues apareciendo? – susurre mientras dejaba la cucharilla al costado de la taza.

-¿eh? Bueno es que usted me pidió la cuenta ¿recuerda? – gire asustado, y a mi costado estaba aquel chico mesero con una pequeña boleta en su mano, observándome confundido.

-No...no me refería, yo solo hablaba solo - sentía que me empezaba a avergonzar y el me observaba más confundido aun, oh por Jane, nunca vio personas hablando solas o que – bien entonces la cuenta ¿es?

-Sí, aquí tiene – me paso rápidamente la boleta y luego me volvió a seguir observando de manera curiosa, aunque yo no lo veía lo sentía y cuando me pare a recoger mis cosas y gire en su dirección el rápidamente giro su vista hacia otra mesa, esto es raro, porque siempre me topo con personas así.

Ordinary DAY - [Meanie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora