Cap. 3: Desilusión

190 19 21
                                    

Miserable, no había otra palabra que podría describirme mejor en esos instantes, me sentía miserable.

Mi cuerpo se quedó pegado al suelo, no tenía ni las fuerzas ni el ánimo para dar un paso más. ¡Magnífico! La Ymir fuerte e independiente se había vuelto una chiquilla asustada, insegura de sí misma.

Mis ojos no se despegaban de aquella escena, Christa sonreía reluciente frente a Reiner, y éste solo se tocaba la parte trasera de la cabeza con una sonrisa de oreja a oreja claramente complacido con su respuesta.

—Bien, nos vemos este fin de semana en la plaza.

—Claro.

¿En la plaza? ¿verse? Mi mente al instante no tardó en crear escenas cursis de enamorados donde Reiner, como todo un maldito caballero de brillante armadura se acercaba a Christa y la llevaba de la mano por cada rincón de la plaza enseñándole nuevas cosas y hablando de cualquier estupidez. Asco, sentí asco en ese momento, ¿como se atreve? Se supone que eramos amigos y él aun así se atrevió a pedirle una cita, o al menos eso quise creer yo, pensándolo bien, era mucho mejor que le haya pedido una cita a que le haya pedido ser su novia.

—Oh, Ymir...

Vaya, hasta que al fin se dan cuenta de mi presencia, ¿acaso soy invisible? El rostro de Christa se hallaba apacible como siempre mostrándome esa sonrisa que sólo pensé que tenía para mí.

Que equivocada estaba.

Por otro lado la sonrisa de Reiner se había esfumado por completo al verme, sólo mantuvo su expresión seria y firme.

—Conseguí los lugares.

Fue lo único que logré decir al ver que ambos tenían su mirada fija en mi, Christa se veía tan pequeña, como una muñequita tierna, de esas que eran finas y costosas al lado de Reiner, ese mounstro gigante que parecía más bien un titan horrible de dos metros.

—Que bien, vamos. —al instante ella se separó del gigante para posarse frente a mi y tomarme del brazo para irnos, por primera vez sentí que su toque me dolía, dolía verla tan indiferente a mis sentimientos y sonreírme sin ninguna culpa.

Pero, ¿que podía hacer yo sí ella no tenía la culpa de nada?

—Christa... —la voz de Reiner quien se mantuvo callado en esos segundos no tardo en salir nuevamente, al oírlo ella volteo para verlo.— No lo olvides, el fin de semana en la plaza, pasaré por ti.

—¡Claro! —una nueva sonrisa surcó sus labios y alzó la mano para despedirse de Reiner mientras me tomaba del brazo para ir a nuestros lugares.— Vamos, Ymir.

—Si. —fue lo único que alcancé a decir, de un momento para otro me sentía deprimida y enojada. Dirigí mi mejor mirada de desprecio a Reiner quien aún estaba al pendiente de los pasos de Christa, éste al verme desvío la mirada y se largó de inmediato. Maldito sea.

Caminé junto a Christa sin decir nada, ella intentaba sacar tema de conversación pero yo me hallaba seca, sin ganas de hablarle, sin ganas de verla.

—Ymir... —su tono de preocupación no tardó en llegar al verme extraña y tomó mi mano apretándola ligeramente, ¿como es que un simple toque como ese lograba hacerme estremecer y sentir que mi rabia y enojo se disipaba con su tierna mirada de preocupación?— Te noto extraña, ¿te sucede algo? ¿estas mal?

—No es nada. —contesté mirándola como siempre y acariciando su linda cabellera. Tenia la ventaja de que ella fuera mucho mas pequeña que yo, podría jurar que era la más pequeña de todo el salón.—Vamos a comer.

—Esta bien.

Como siempre ella era indiferente a ciertas cosas, o mejor dicho, ella era una despistada, tal vez la persona más despistada que haya conocido en mi vida.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 06, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mi Pequeña "Historia"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora