CAPÍTULO III: Y DESPUÉS OSCURIDAD.

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Sigo paralizada, las piernas me tiemblan, mi voz se niega a salir y las fuerzas que antes poseía ya no me acompañan. No entiendo muy bien lo que acaba de suceder, es físicamente imposible e incomprensible. No, esto no puede ser real, debo de estar soñando, pienso. Sin embargo el echo de seguir en el mismo lugar y que Edwin esté allí, destroza mi teoría de que todo es un sueño, pero ¿entonces que es? ¿una pesadilla?.
Por el rabillo del ojo diviso un movimiento rápido que se acercaba a mi y mi reacción no es otra que girarme con toda rapidez y con un movimiento, tan veloz que hasta yo misma me quedo sorprendida, cierro mi mano alrededor del cuello del ejecutor del movimiento fugaz. Para mi sorpresa me encuentro con la mirada color miel de William, avergonzada retiro mi mano y le pido disculpas.
- No te disculpes preciosa, has sido rápida, me gusta. -dice sonriéndome.- ¿estás bien?, ¿Qué ha pasado?.
- No lo se, estoy bien Willy. Gracias a Edwin, en realidad no se que ha pasado pero me ha ayudado a salir de ahí. -hago un movimiento hacia donde estaba Edwin- Muchísimas gracias Edwin.
Edwin mantenía la mirada fija en William aunque la desvía unos segundos para dedicarme una pequeña sonrisa acompañada de una reverencia, la cual consigue sacarme una sonrisa. Seguidamente vuelve a mirar a William, da media vuelta y desaparece.
- Willy… -me quedo mirándolo fija a los ojos
- Dime imbécil.
- Voy a volver a mi casa, estoy muy cansada y…
- Vamos, me quedaré contigo hoy. -dice con un tono suave y con una sonrisa en los labios.
- Está bien, gracias. -mi tono suena tan cansado como lo estoy yo.
Llegamos por fin a mi casa, lo que ha supuesto un altísimo desgaste físico debido a mi falta de fuerzas. Alcanzo a meter la mano en el bolsillo para coger las llaves y después oscuridad.

Todo me da vueltas, pero consigo abrir los ojos. Reconozco parte de mi habitación y veo a William dormido en la silla de escritorio que hay unos pasos más allá, un mechón de pelo negro le cruza la cara mientras que el resto reposan algo enmarañados. Me pregunto que hora es y al ver el despertador me quedo sorprendida, son las cinco de la tarde. Mis padres ya habrán vuelto ¡me van a matar!.
Salgo sin hacer ruido, de la habitación dejando a William dormido en la silla, recorro el pasillo y bajo las escaleras, al entrar en la cocina, diviso a madre sentada en la mesa hablando por teléfono, así que me quedo de pie observándola. En cuestión de segundos se da cuenta de mi presencia, gira la cabeza en mi dirección, pronuncia unas palabras que desde mi posición no alcanzo a escuchar y cuelga el teléfono.
- Hija estás…
- Mamá, lo siento, no se que ha pasado. William está arriba, pero no ha… no hemos… mamá no…
- Thrella, sé lo que ha pasado, no te preocupes. Te ha bajado la tensión y William te ha traído de vuelta a casa. -dijo cortándome.
- No… es decir… es que… no ha sido…
- Cariño no te preocupes, ¿estás mejor?. -dice levantándose y acercándose mi.
- Sí, eso creo, aún estoy algo cansada pero sí. -mi tono suena algo confundido.
- Me alegro, venga sube y vuélvete a acostar, pequeña.- me da un beso en la frente y se gira de espaldas a mi para empezar a preparar dos vasos d lo que parece una de sus infusiones. – Dile a William que baje, quiero hablar con el para… darle las gracias.
Ese ‘darle las gracias’ ha sido muy extraño, pero sin rechistar asiento con la cabeza y me dispongo a salir la estancia y subir a mi habitación. William sigue en el mismo sitio donde lo dejé, me quedo observando su rostro e intento recordar que había pasado esta mañana, aunque todo parece borroso. Despierto a William y le comunico los deseos de mi madre a lo que él accede sin problemas y va a su encuentro.
Sé que esconden algo, algo que pienso averiguar. Así que decidida a descubrirlo salgo detrás de él pero a cierta distancia para que no se dé cuenta de mi presencia, lo sigo hasta la planta baja y entro en el salón donde me escondo debajo de la mesa, arropada por un mantel blanco de decoración. Unos minutos después escucho a mi madre y a William hablando y discutiendo en la cocina, pero debido a mi lejanía no puedo escuchar con claridad las palabras.
- Ella… saberlo… que…de luz. – la voz de mi madre resuena y aunque solo logro captar un poco de su mensaje, este parecía más una orden.
- … culpa mía… Edwin… oscuridad… antes que yo. -William parece mantener la calma frente a las ‘ordenes’ de mi madre.
Después de unos minutos de conversación, escucho los pasos de ambos dirigirse al salón así que puedo escuchar mejor la conversación.
- Eres como eres y Thrella es distinta, se que ella te importa, así que no te vuelvas a acercar a ella, nunca. ¿Me has entendido? – las palabras de mi madre golpearon a William como un jarro de agua fría, su expresión se oscureció y sus ojos dejaron escapar un brillo rojizo.
Unos segundos después escucho la puerta de entrada abrirse y cerrarse con tal fuerza que me estremezco entera. Llena de rabia y con los ojos llenos de lágrimas salgo de mi escondite para pedirle a mi madre explicaciones por lo que acaba de suceder. Al verme salir de mi escondite mi madre da un salto y su expresión de sorpresa se hace dueña de su rostro. Pero antes de que pudiese hablar o gritar, se pone en pie y sale de la estancia dejándome allí plantada y con los puños apretados.
Subo a mi habitación y aunque me hubiese gustado discutir con ella y decirle las cosas que pienso, se que mi estado es lamentable y no conseguiría nada enfrentándome a ella en aquel estado, así que cojo el móvil y me dispongo a enviarle un mensaje a William.

“Gracias por traerme hoy a casa, no se muy bien que ha pasado, pero siempre estás ahí. Te has ido sin despedirte, muy mal eh. Gracias por lo de hoy.”- Thrella.
“Lo siento preciosa, tenía algo de prisa. Siempre voy a estar ahí, ya lo sabes.” – William.

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⏰ Última actualización: Jun 29, 2017 ⏰

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