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Dolía, como duele una herida abierta, pero también sanaría, 

como lo habían hecho las demás.

No importaba el tiempo que tardara, o lo que escocería cada recuerdo.

Al final se marcharía, y dejaría una cicatriz para acompañar a las otras

completando el mapa de tu vida, y así construir una persona más fuerte y más sabia.

Pero siempre quedaría el recuerdo, la lección, el golpe,

y no habría ventisca o tormenta que lo borrara.

Seremos fuertes otra vez, estaremos listos para volver a empezar,para volver a caer y

reconstruirnos.

Cómo el fénix lo hace de sus cenizas.

Notas personalesWhere stories live. Discover now