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Los pocos rayos de sol iluminaban dentro de la pequeña oficina, el frío que se hacía presente con la caída de la noche estaba pasando a segundo plano dentro de aquel lugar. Los desenfrenados besos aumentaban la temperatura de los dos chicos que se encontraban dentro.

En el pequeño escritorio se encontraba sentado un chico de tez pálida y cabello rubio, con sus delgadas piernas envolvía la cintura del chico frente a él evitando así que este se alejara, aunque parecía que aquello era lo que menos deseaba hacer en aquellos momentos.

Las manos del más alto que se encontraban reposando en la cintura del rubio buscaron con desesperación el borde de la camisa ajena, cuando encontraron su objetivo se deslizaron bajo está comenzando a acariciar cada centímetro de piel, logrando sacar varios suspiros al rubio los cuales terminaban por perderse entre los labios del contrario.

Yoongi movió su cabeza dejando a la vista su níveo cuello dando a entender completamente el siguiente paso, Hoseok no tardó mucho en obedecer la petición del más bajo y con ansias comenzó a dejar besos por aquella área tan sensible.

El más alto estaba a punto de dejar una marca en aquel lugar si no fuera por el insistente teléfono de la oficina que había comenzado a sonar. Pensó en mandarlo a la mierda y continuar con lo suyo, pero gracias al poco trabajo que tenían no podían desperdiciar ni un caso.

Con algo de indecisión se separó del chico frente a él recibiendo un gruñido por parte de este.

-No contestes Hobi.- Yoongi lo miraba aun arriba del escritorio dándole a Hoseok una maravillosa vista. Llevaba el cabello despeinado, su rostro estaba perlado por algunas gotas de sudor mientras que sus mejillas se encontraban completamente rojas, sus labios hinchados y rojizos no hacían nada más que tentarlo a dejar la llamada, además de su camisa ligeramente levantada que dejaba ver algo de su blanco abdomen gracias a sus traviesas manos que minutos antes tocaban cada rincón. Aquello sin duda era una de las mejores imágenes que podía tener.

Pero por más que deseara seguir con lo suyo y profanar esa oficina de una vez, no podía dejar pasar el trabajo.

-Te lo compensare después Yoongi, sabes que no podemos desperdiciar un trabajo pues no nos sobran.- El rubio bufo pues sabía que tenía razón.

Habían llegado a aquel pequeño pueblo hace aproximadamente dos meses para convertirse en los únicos detectives de este, pero en todo aquel tiempo lo único que habían recibido eran casos de madres que deseaban averiguar si sus hijos andaban en malos pasos, y como no, los casos de señoras que mandaban a investigar a sus maridos por infidelidad eran el otro tipo que obtenían.

Pero era de esperarse en aquel pequeño pueblo no había nada que robara la paz de sus habitantes.

-Está bien más te vale que luego tengas energía pues no dormirás.- Hoseok rió un poco, para después negar y aclararse la garganta mientras contestaba el teléfono.

-Detective privado.-

-¿Detective Jung Hoseok?- La voz que se escuchaba del otro lado pertenecía a un mujer, por el tono empleado parecía estar angustiada.

-Si soy yo ¿En qué puedo ayudarle?-

-Soy la madre de Kim Taehyung, mi hijo fue su pareja hace algunos años.- Hoseok no esperaba escuchar aquel nombre de nuevo, por lo menos no de la boca de su madre y por una llamada.

Kim Taehyung tenía 18 años cuando ambos comenzaron a salir, aquel chico había robado el corazón de Hoseok desde la primera vez que se conocieron. El menor era inocente, puro, sencillo, con un corazón enorme y bondadoso, todo un ángel.

DesaparecidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora