You don't have to say I love you.

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Otro one-shot más para la estrellita a la que se le ocurrió tentarme con escribir esto :)


SeungCheol estaba desparramado casi sobre la ventanilla de la vagoneta, sus manos perezosamente apoyadas sobre su regazo, el resto de los miembros estaba cantando a los gritos las nuevas canciones hallyu. Él estaba sorprendentemente calmado, a pesar de que le gustaba participar de la euforia colectiva que sentían luego de tener una clase nueva. No tenía otro anillo entre sus dedos más allá del aquel que indicaba que era miembro de Seventeen, pero a veces pensaba que le gustaría tener uno más. El ronroneo suave del motor parecía tapar el cántico absurdo de sus compañeros y, de pronto, se encontraba empapado de recuerdos que creía haber dejado bien guardados en alguna gaveta de su cabeza. 

Allá, un par de años atrás, un día tomó la mano de JiHoon y lo llevó lejos de todo el mundo. SeungCheol apenas sabía conducir y el menor estuvo entrando en pánico la mitad del camino cuando pensaba que iba demasiado rápido para ser un novato frente al volante, pero él quería impresionarlo con sus habilidades y su capacidad de mantener todo bajo control. Eran dos chicos que estaban yendo camino a alguna playa olvidada, a veces en un silencio muy cómodo en donde el ruido del motor era lo único que se podía sentir aparte de sus respiraciones acompasadas y otros, en los que cantaban canciones de Jason Mraz sin preocuparse por si estaban afinando o no (pero JiHoon siempre cantaba hermoso, aún si no ponía esfuerzo). 

A pesar de lo que le había prometido a JiHoon, ellos dos no podían casarse. No en el país en el que se encontraban, ni en la situación social en la que vivian, rodeados de homofobia. Aunque él decía que cuando debutaran iba a llevarlo a Japón o a Estados Unidos e iban a casarse sin que nadie más que ellos dos lo supiera. El menor reía ante sus ocurrencias y asentía, aunque luego sacudía la cabeza, alegando que era una locura. Aquel día que se tomaron libre cuando eran tan solo unos niños y se escaparon a un pedacito de mar que se encontraba en algún sitio alejado de Seúl. Sostuvieron sus manos todo el camino que recorrieron a través de la playa solitaria. 

Y era tan sencillo abrazar a JiHoon, rodear su pequeño cuerpo con sus brazos, hundir su rostro en su cuello, susurrarle promesas de amor al oído, derretirse con sus manos tímidas sobre su espalda. Todo eso bañado del aroma del mar y la brisa fresca que los golpeaba. SeungCheol no tenía dinero para comprarle un brillante anillo, pero podía besarlo tantas veces como fuera necesario para suplantar la presencia de un círculo de metal entre sus dedos. Podía besar sus labios, sus cabellos, sus mejillas, los lunares que adornaban su cara y podía hacerlo tantas veces como JiHoon se pusiera colorado y murmurara su nombre como si fuera un secreto. 

Pero no esperaba que fuera JiHoon quien tomara su mano izquierda y dejara un pequeño beso sobre su dedo anular. "Tampoco puedo darte un anillo, hyung, solo puedo darte mi amor". Mientras SeungCheol juraba que se derretiría y que terminaría volviéndose espuma en el mar o fundiéndose con la arena, tomó su mano y besó infinitamente su dedo. Allí, en aquella playa escondida de Seúl, dónde ellos dos jamás podrían amarse abiertamente, se hicieron una promesa que ni el tiempo, ni las dificultades podrían romper. Y la marca que esos besos dejaron se sentían con más fuerza que el anillo de grupo que ahora cargaba en su dedo anular. 

Sintió un peso sobre su hombro y encontró a JiHoon recostado casualmente. El resto de los miembros se había bajado cuando estuvieron cerca de una playa poco transitada de Malibú para chapotear un rato, parecía que se había quedado perdido en sus pensamientos durante mucho tiempo. La única compañía del compositor siempre era bienvenida. Pero esta vez, su presencia le había caído como anillo al dedo. 

  — SeungCheol, ¿lo estás recordando, verdad? —  preguntó el menor con voz queda, temeroso de romper la inmensa paz que los rodeaba, acomodando un mechón de cabello del mayor detrás de su oreja, deslizando sus dedos distraídamente hasta que se encontraron con los ajenos. Él se volvió con una sonrisa luminosa. 

 —Con esta mano yo sostendré tus anhelos; tu copa nunca estará vacía, pues yo seré tu vino... — SeungCheol sostuvo la mano del menor contra la suya y dejó un beso en el inicio de su muñeca — Con esta vela alumbraré tu camino en la oscuridad... — y allí, sonriendo de forma picaresca dejó otro beso sobre el cuello de JiHoon. Aunque, quizá, lo más brillante allí eran los ojos de su pequeño amor. —Con este anillo yo te pido que seas mi esposo... — con su mano libre sacó del bolsillo de su pantalón un delgado anillo que había conseguido en uno de sus paseos junto a MinGyu. — Aunque claro, no me importaría seguir besando tus dedos cada vez que quieras. El punto es que, JiHoon, ¿sabes que estamos a cuatro horas y media de Las Vegas? 

— Estoy seguro que mientras los chicos siguen visitando parques de diversiones, nadie notará si no estamos un día en el hotel —  la voz cantarina del chico hizo que SeungCheol riera. 

 — Un día... o dos — se aventuró, juguetomante, para recibir un golpe del productor y un abrazo ansioso, mientras le susurraba (sí, como años atrás) una única palabra. Acepto.  

for him / jicheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora