LLUVIA

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Primera parte
Capítulo 2 (2/2)


“Y tal vez, él sólo
haya sido creado
para estar siquiera un
instante al lado de su corazón”.

TURGUENIEV

2

Su hijo estaba ahí; caminaba por la acera y con el cuerpo empapado por la lluvia. Se encontraba a unos cuantos metros adelante de él, por lo que a pesar de la pelea ocasionada hace algunas horas, lo siguió.

Dio un paso, dos, tres y cuatro; hasta que intuyo que por más que intentara alejarse sus piernas pesadas parecían decirle que se quedará. Como si alguna fuerza lo estuviera deteniendo. De manera que no desistió para abandonarlo en ese estado y se aproximó con cautela para advertirle que regresara, sino podría contraer una enfermedad.

Al tocar su espalda con los finos dedos de sus manos, el menor giro su rostro para saber de quien se trataba.

Fue así como bajo aquella lluvia de otoño, la mañana triste que no muestra su brillo, el agua del cielo que cae sobre la superficie, los charcos de agua que se acumulan en la hierba fresca, las gotas de rocío que se posan en los rosales y mojan los abrigos y los zapatos; sus miradas se encontraron por sólo un momento.

El moreno se quedó callado a un lado de Sanji. Y lo observo.

Su semblante había cambiado. Ya no sentía enojo por el rubio. Razón importante de la cual desconocía.

Por otro lado, la lluvia aun caía sobre los hombros del moreno. Su rostro estaba serio, su expresión no reflejaba nada, ni quiera aquella aura que había presenciado esa mañana.

La sombrilla amarilla aún cubría la silueta de Sanji, pero por aquella cercanía ahora ocultaba dos cuerpos. Aunque, a decir verdad, el rostro del peliverde, a pesar de representar comodidad, cambio su expresión a una sorpresa. Sentía que el rubio le temía.

Además de que la calle estaba desierta, sólo de vez en cuando algunas personas pasaban corriendo para buscar un lugar donde refugiarse.

—¿Qué haces aquí, cejillas? Se supone que deberías estar en el trabajo.

—¿Cejillas? ¡Qué clase de apodo es ese! Eres tú él que no debería de estar aquí, sino en la escuela.

—¿Acaso estabas siguiéndome?

—¿Siguiéndote, dices! Por supuesto que no. Yo sólo pasaba por aquí. Además, es malo para ti que andes como si nada en esta lluvia.

—¿Preocupado por mí, Sanji? — susurro muy cerca de él.

—¡Sí, aunque no lo parezca! Bueno, después de todo soy tu padre.

—¿Padre?

Apenas se había visto hablando muy tranquilamente con Zoro cuando descubrió que, de alguna manera, lo hacía sentir tan bien. Por tanto, no lo pensó mucho y se mantuvo quieto todavía. Giro el disco del paraguas a un lado mejor para que los hombros del peliverde no se mojaran y observo, a lo lejos, las gotas gordas de lluvia que no paraban de caer. Luego de un tiempo ambos se dirigieron a una esquina de la calle. Exactamente por debajo del tejado de una casa. Sanji cerro la sombrilla, la coloco inclinada en la pared, así como también recargo su espalda en la misma. En el caso de Zoro, el muchacho se mantuvo callado un largo rato hasta que no supo porque obtuvo un valor enorme para poner su cabeza en el hombro del rubio. Este encendió un cigarrillo y su respiración se aceleró. Al igual que el latido de su corazón.

—Sanji... —suspiro.

—¿Qué sucede, marimo? —pregunto curioso. Era demasiado extraño verlo actuar de una manera diferente, ya que su comportamiento común no era dulce ni afectuoso.

—Deja de llamarme así.

Sanji dio otra bocanada a su cigarrillo.

—No te prometo nada. Pero deja de actuar de esa manera ¿Acaso eres un niño que se la pasa llorando por un berrinche?

—Eso a ti no te importa.

—Lo entiendo. Aún así no dejare de insistir. De todas formas, yo no soy al que le preocupas.

—¿Realmente quieres saberlo?

—Totalmente —le dijo, a ciegas.

—Pero antes, responde una pregunta para mí.

—Vaya, ¿siempre eres tan difícil?

—La responderás —interrumpió.

El chico cerro los ojos, luego los abrió y lo miro directamente.

—Puedes confiar en mí.

No supo porque se sentía en la necesidad de atraerlo hacia su cuerpo. Le arrebato el cigarro de su boca y pego su frente con la de Sanji.

—Es mi imaginación o... ¿Por qué tu cuerpo me pide a gritos que te bese? ¿Acaso mi padre no lo hace a menudo?

—¡Ah! ¡Que mierda estás...!

—¿O no sabe cómo hacerlo?

—Pero que...

Al verlo de nuevo cara a cara, de pronto perdió su valentía. Zoro deshizo el agarre y lo aparto.

Simplemente las cosas no debían ser así.

—Sabes, eso ya no importa, ahora dedícate a lo tuyo, y yo a lo mío. Sólo mantente alejado de mi área de visión.

La lluvia había terminado, y Sanji con el corazón encogido observo el andar del muchacho frente a sus ojos.

¿Qué te sucede Sanji?

Se pregunto a sí mismo, al desear intensamente que lo besara.

Finalmente, cuando miraba la silueta de Zoro intacta a lo lejos, con cada paso que daba esta se borraba contra el tiempo.


Continuará...


💟

¡Hola!

Si, fue un capítulo muy corto, ya que al editar me di cuenta de que la mayoría de lo que había escrito era innecesario.

Espero que les haya gustado. Yo me dedico a cumplir para terminar con este fanfiction.

SUSUYAJUZO 

💟

El amante de Sanji Vinsmoke [Segunda Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora