TORMENTA

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Primera parte
Capítulo 2 (1/2)


“Y cada vez que te vas,
se apagan todos los faros del mundo y mueren en sus orillas los mares negros”.

IRELA PEREA

2

El intenso color rojo de las llamas del mechero prendió la punta de uno de sus cigarrillos, por lo que el humo producido escapó de pronto de su boca para rozar la comisura delgada de sus labios. Es así como estuvo perdido en incontables pensamientos que rondaron particularmente acerca de la escena anterior; de modo que no se percató de que el cilindro ya se había consumido. Luego arrojo lo único que le quedaba y lo aplasto con la suela de su zapato.

Eso del medio día —cuando ya estaba listo— guardo su encendedor de plata bajo las prendas de su ropa y tomó camino hacia la calle. Así pues, comprobó con el cielo desteñido que la mañana había cambiado, ya que aquellos incontables rayos de sol que hace algunas horas fueron el espectáculo principal del amanecer ahora poco a poco desaparecían entre la forma amplia de las nubes. Es por eso por lo que cuando paso al otro lado sintió unas ligeras gotas de agua; haciéndolo reaccionar rápidamente para encender la copa ancha de un paraguas amarillo. Después miro hacia adelante y hacia atrás para comprobar si algún auto iba a pasar directo. A veces; muy pocas, se pasaban de alto y lo mojaban por completo; especialmente en los zapatos y en los pantalones.

De repente, una corriente de aire le atajo todo el cuerpo. Muchas gotas de lluvia que no habían sido retenidas por el nailon fueron a hundirse en gran parte sobre sus hombros, y tal vez, durante ese crudo momento de invierno provoco que el rostro se le tiñera de rojo. Por ende, a causa de la falta repentina de calor, apenas logro darse el tiempo necesario para mirar los alrededores repletos de blanco. Pronto cayó en cuenta de que faltaba poco para llegar. Una vez apareció bajo el umbral del restaurante abrió la puerta, saludo a una linda jovencita que trabajaba para su abuelo en ocasiones, y finalmente se dirigió a su lugar de trabajo.

Sin embargo, por otra parte, antes de llegar ahí se retiró el abrigo húmedo y lo dejo en el perchero. Entonces, reconoció que apenas al llegar el restaurante este ya empezaba a ser invadido por los clientes de dicha mañana.

Y, en efecto, aunque era triste y nostálgica; la energía cálida y agradable se mostraba ante la atmósfera del Baratie. Principalmente por parte de la flama de los fogones encendidos para preparar los platillos de los comensales, como también los aromas dulces, fuertes, de especias, salsas, aderezos, adobos y aliños.

Por otra parte, algunos cocineros se encargaban de los postres y las guarniciones que servirían de acompañamiento en la preparación principal de cierto platillo; además de hervir los vegetales, freír las carnes rojas y realizar ensaladas con patatas, arroz y pasta; por lo cual, esta vez a Sanji le tomo más tiempo en preparar uno. Quizá, en realidad se trató del asunto que aún no había remediado. Es así en como despejo su mente con un nuevo cigarrillo, no obstante, solamente quedó suspendido en el aire al recordar que no debía fumar en el trabajo. Luego de un tiempo se paso las manos por el cabello y decidió dejar de pensar en sus problemas, pero sin lugar a duda, las palabras del peliverde le habían hecho molestar. Más aún tratándose del asunto de su comida. Porque nadie había sido capaz de despreciarla así. Le jodía demasiado tener que soportar a un maldito adolescente que sólo se la pasaba haciendo berrinche por la falta de atención de su padre. Sin embargo, tampoco descartaba la idea de que todavía ambos necesitaban el tiempo necesario para poder llevarse bien. Debía hacerlo para complacer a Mihawk.

De pronto, escuchó un grito muy fuerte del chef que lo devolvió a la realidad; una donde la comida que había preparado terminó reducida a cenizas. Motivo que se resolvió con un golpe en la cabeza de parte de Zeff a Sanji, por lo que hizo que varias miradas curiosas de los otros cocineros no dejaran de observarles.

El amante de Sanji Vinsmoke [Segunda Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora