One-Shot

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Después de unos meses de que Augustus muriera y de que Hazel Grace hubiera leído la carta que Augustus le mandó a Peter van Hounten, le llegó su día. El día en que ella dejaría a sus padres solos en la vida; sin su compañía, sin su presencia. El día que ella se iba de la Tierra a un lugar desconocido, un lugar del cual la gente que vivía en la Tierra no tenía conocimiento.

Dicen que después de la muerte vas al cielo, como dicen que puedes ir al infra-mundo. Pero no había una teoría sobre eso a ciencia cierta.

[...]

No sabía dónde me encontraba, era como si estuviera en una película de un género nunca conocido, para mí. Se que estaba en un prado, donde el color verde prolongaba pero no se notaba mucho a causa de la oscuridad de la noche. Miré el cielo; y en este habían nubes Cirros, muy bonitas. Y ni hablar de las estrellas. Habían millones de estás. ¿Dónde me encontraba? No lo sabía y ni me importaba en estos instantes. Nunca, nunca en mi vida había visto tantas constelaciones. Y me encantaba este cielo.

De nuevo me sentí diferente, como si tuviera mi alma simplemente en otro cuerpo. Decidí hechar un vistazo a mi cuerpo ya que ni lo había visto desde que estoy aquí y... ¿¡Qué!?

¡No tengo puesta la cánula nasal que esta conectada al carrito de oxígeno! -empecé una serie de brincos en el mismo lugar donde me encontraba - Pero... ¿Cómo voy a respirar sin que mis pulmones de porquería no hagan esfuerzo? No puedo.

Empiezo a mirar a mi alrededor, aquí debe de haber gente, como también un hospital. Debo encontrar uno urgentemente.

—Hazel Grace. —dice una voz un poco grave, ardiente y terriblemente sexy a mis espaldas, una bastante conocida para mí. Sólo él me llamaba por mis dos nombres.

Me volteé en mi propio eje rápidamente, temiendo que mis pulmones sufrieran por ese acto seguido. Pero no, apenas sentí una molestia. Era cómo si mis pulmones hubieran ido a una fábrica donde los restauraron por completo... Entonces en ese momento me acordé de una frase que repetía mucho estando en la Tierra y que recuerdo habérsela comentado a Augustus, "El mundo no es una fábrica de conceder deseos". Y lo sabía más que nada. Muchas veces había deseado volver a ver a Augustus, volver a escuchar su voz, Y sólo quería volver con él a aquel secreto lugar posterrenal al que nos trasladábamos cuando hablábamos por teléfono, volver a tenerlo a mi lado... Y, ahora estaba en frente de mí

—Gus... —murmuré como solía decirle. Se me hacia algo imposible tenerlo en frente de mi.

Empecé a observar su silueta. Estaba con su característica chaqueta de marrón claro, con unos pantalones azul oscuro, se veía hermoso, como siempre. Me sonrió para luego meter su mano en un bolsillo del pantalón y sacar de este un paquete de cigarrillos, ¿Seguirá con su metáfora? Sacó un cigarro de la pequeña caja y lo posó en sus labios finos, y volvió a guardar el paquete en el bolsillo del pantalón. Si, aún sigue con su metáfora.

—Ya sabes... Te colocas el arma asesina entre los dientes, pero no le concedes el poder de matarte. —sonreí y no me aguanté más. Corrí y lo abracé, cómo lo extrañaba, necesitaba, añoraba. Cualquier sinónimo que describiera "Querer tener a la persona que amas a tu lado".

—Te amo, Augustus Waters —dije sin más. Necesitaba sacarlo ya de mi interior, necesitaba recordárselo, necesitaba que lo oyera y que me lo dijera. Él saco el cigarrillo de sus labios y lo tiró al verde pavimento. Por primera vez veía esa acción. Nunca tiraba el cigarrillo al suelo.

Él me abrazó con más fuerza y besó mi cabellera. No se porqué, pero tenía la candente necesidad de tenerlo lo más impregnado en mí, y creo que viceversa.

Bajo La Misma Estrella 2 [Short Story]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora