I

23 1 0
                                    


— ¿Aló? — al otro lado de la línea se oyen extraños soplidos entrecortados, su respiración, quizás, y risas atolondradas.

— ¿Qué? — escucho tajantemente luego de unos segundos de espera, una voz algo quebrada, cansada, a punto de desmoronarse. — ¿Quién es?

— ¿Dónde estás? —pregunté sin más.

— ¿Vincent? Vincent — un sonido extraño emitió su boca antes de pronunciar por segunda vez mi nombre.

— Al menos has reconocido mi voz, ¿Dónde estás?

— No te importa, no intentes salvarme; no hay de que salvarme — salió como disparo a través del teléfono.

«Otra vez lo mismo» Tragué saliva, apreté la mandíbula cerrando fuertemente los ojos.

— ¿Sabes qué? Es verdad, no me importa. No sé ni para que me preocupo, llamándote a estas horas — solté con un tono de voz fuerte, luego respiré hondo y abrí los ojos. Al cerrarlos, intenté recordar la última vez que la vi compuesta, consciente.

— Tonto. — rió suavemente. Escucho la llamada finalizar.

— Lo soy solo por ti.

     Observo el teléfono de mi madre, ya escasean los medios para llamarla sin que reconozca mi número. Me quedo viendo la hora de forma borrosa, ¿Las 2:05 a.m.?, ¿2:07 a.m.? No tiene importancia. A la hora que sea, día o noche, no quiere intercambiar palabras conmigo, siquiera miradas.

     Courtney, oh, Courtney. Actúo como si no me importaras, y eso es lo último que trasmito hacia ti. Salvarte; no quiero salvarte, no soy ninguna clase de súper héroe, ningún súper héroe fue incumplidor de reglas antes, solo soy un sobreviviente, testigo de mis desastres, cómplice de los tuyos. Solo quiero ayudarte.

     Dejo bruscamente el teléfono caer sobre la mesa de noche, al lado de la lámpara apagada. Cerca, ahí a tan solo un roce, una caja de cigarros yace allí desde hace unos cuantos meses. Recuerdo de lo que fui; pero eso no es nada. Con cada llamada que hago para localizarla e intentar 'socorrerla', solo me crea ansias y vuelve la tentación, siento la suciedad correr por mis neuronas, la suciedad del vicio, lo crean o no, el cigarrillo da paso a vicios mayores. Recuerden esto.

     En momentos así, imagino como desde la unión de las paredes con el techo hasta abajo al hacer contacto con el suelo mi alrededor se torna gris, con la escasa luz que entra a mi habitación, no lo imagino, lo veo, o tal vez me siento grisáceo por dentro. Me llevo el cabello hacia atrás, sudo.

     Respiro hondo, doy una mirada a la caja de nuevo, siento como si me sedujera, como si susurrara "Vincent, cuánto tiempo. Empecemos el ciclo. ¿Te apetece?", acerco con lentitud el dedo índice, acaricio uno de los cigarros, lo saco arrastrándolo. Lo veo en la oscuridad, como casi siempre sucedían nuestros encuentros, pero no en intimidad como ahora, con unos amigos, que amigos, otros viciosos más, pero les he dicho, este cigarro que sostengo no es nada.

     Amigos, solo uno de ellos captó más mi atención, no sé porque, tal vez les ha pasado que sin razón alguna, una persona les llama la atención y sienten un instinto de protección nacer de la nada, y ese instinto no ha muerto, no ha sido enterrado debajo de las numerosas colillas que han caído de tantos cigarrillos consumidos. Courtney. ¿Amiga?, ¿Compañera de acera? O ¿De antro?, uno de los eslabones más fuertes, atractivos pero destruido y destructivo del vicio. Juego, y alcohol, mala combinación. Perdiendo el dinero como si fueran los cabellos que dejan las chicas sobre la almohada al despertar de una buena sesión de descanso y mira que sueltan bastantes.

Conexión Alterna.Where stories live. Discover now