Una suave brisa cubrió mi piel e hizo que me ruborizara. Tuve escalofríos que recorrieron todo mi cuerpo, de pies a cabeza, y no me dejaron dormir. La brisa se convirtió en un fuerte viento que agitó mi alrededor. Mi cama tembló, y con ella yo.
Aún con los ojos cerrados, maldije el momento en el que decidí acostarme con las ventanas abiertas. Asustada, me levanté de la cama para cerrarlas, pero, nada más abrir los ojos me encontré con una
sorpresa enorme.¡No estaba en mi habitación!
-¿Dónde estoy?- dije para mí misma y nerviosa.
Miré a mi alrededor. Parecía estar en un gran cuarto oscuro ajeno a mi casa. La habitación era normal y estaba ordenada.
Di tímidos pasos en todo el dormitorio que hicieron que me sintiese más asustada, perdiendo totalmente el sentido de la orientación.- ¿¡Hola?!- levanté la voz.
Me dirigí hacia el escritorio, pues se parecía al mío. Vi una pequeña hoja doblada y la abrí. Era un escrito a mano. Empecé a leer:
"Querida Danielle:
Sé que estás asustada por despertar en una habitación desconocida para ti, pero lo comprenderás pronto. Te necesitamos para algo muy importante. Supongo que te habrás dado cuenta, pero por si no lo sabes, no puedes salir de ese cuarto. Cuando leas esta nota estaremos de camino, te diremos todo lo que debes saber.
Besos, Z."Qué. Mierdas. Estaba. Pasando. Aquí.
Necesitaba escapar antes de que llegaran. Giré la cabeza desesperadamente en busca de una salida, y rápidamente encontré una extraña puerta de cristal. Podía ver un pasillo a través del cristal, parecía que el cuarto en el que encontraba era el último de la casa. Fui corriendo hacia la puerta e intenté abrirla, pero se resistía.
Maldición.
Me habían encerrado dentro. Comencé a llorar desesperadamente y me senté en el suelo. Estuve temblando de miedo.
¿Quién era Z? ¿Qué me había hecho?¡¿Por qué no me acuerdo de nada?!
Estaba muerta. No sabía si me extraería los órganos y se los vendería a algún señor millonario que los necesitara, o simplemente quería una recompensa de mis padres. No lo sabía, pero preferiría estar en mi casa. Ya no me importó que Fred me hubiera engañado con Clara, o que mi madre me hubiera dicho que yo ya no era su hija porque no le gustaba que fuese diferente. Quería estar en mi casa.
De repente, oí cómo un coche se aproximaba a la casa. Esperé que no fuese nadie.
Necesitaba hallar una manera para escapar de aquí. Rápido.
Me dirigí hacia la ventana. Me encontraba en un segundo piso, así que creí poder saltar sin problemas. Miré hacia abajo. Un pitbull enorme dormía justo al lado de una gran puerta azul, que imaginé que era la de la salida.Tragué saliva.
No me quedaba otra solución, tenía que escapar sigilosamente para no despertar a la bestia.
Cuando iba a proceder a saltar por la ventana, la puerta de cristal se abrió.-Ya estamos aquí.
Volví a tragar saliva.
-¿A dónde se supone que vas, bonita?- una voz grave hizo que me ruborizara.
Me di la vuelta y le miré. Era un hombre alto y rubio en sus 30 años, acompañado de una mujer más joven que parecía tener la mirada perdida. Me miraron seriamente y el hombre se apresuró a agarrarme para evitar mi escape.
-¡No, suéltame!-me resistí, pero él era mucho mas grande y fuerte que yo.
-No me obligues a lastimarte.
-¿¡Qué quieres!? Por favor, déjame salir- supliqué con sollozos, mientras me seguía agarrando para impedir mi huída.
-Cuando te tranquilices hablamos- su tono de voz era serena y parecía controlar la situación-así no estás consiguiendo nada.
Le miré fijamente. Me impresionó el hecho de que tuviera los ojos muy claros. Puede que demasiado. Tanto, que sólo con mirarle 10 segundos, hizo que me relajara.
-¿Qué quieres?-me rendí ante ese azul océano.
Me pidió que me sentara en la cama, y él también se sentó. Su pareja seguía parada, justo al lado de la puerta de cristal, mirándonos fijamente. Tenía el rostro muy hermoso.
-Como supondrás, soy Z. No puedes conocer mi nombre real. Ella es Agnes, mi esposa. Y la futura madre de mis hijos- soltó Z.
Ella me regaló una sonrisa sincera, y yo, confundida por la situación, le lancé una mirada de odio. Pareció entenderlo.-Verás, Dan, espera, ¿puedo llamarte Dan? O prefieres que sea Danielle?- su cara reflejaba el tono bromista con el que me había preguntado.
-Llámame como quieras. ¿Por qué no puedo saber tu nombre?
-Porque si lo descubres, tendré que matarte.
Durante 5 minutos, hubo un silencio sepulcral. Z parecía concentrado, pensando en cómo serían sus próximas palabras. Agnes esperaba pacientemente a que hablara.
-Verás- comenzó, después de soltar un profundo suspiro- te hemos traído aquí porque te necesitamos. Como sabrás, Agnes y yo vamos a casarnos dentro de poco. También queremos formar una familia, ya sabes, tener hijos, vivir felices y comer perdices. Cuando nos conocimos, nos enamoramos profundamente, y supimos que formar una familia sería lo primero que haríamos al casarnos. Pero hay un problema: Agnes es estéril. Lo estuvimos intentando muchos años, pero no pudo ser. Su útero no es capaz de retener ningún feto, pues todos acaban desgarrándose y perdiéndose. Por eso, hemos tomado una decisión. Te necesitamos para que seas nuestra gestadora. Gestarás a nuestro hijo, y cuando nazca, podrás ser libre. Tienes que comprenderlo, si no fuera tan imprescindible, no lo habríamos hecho. Necesitamos un hijo.
Z me miró, esperando una reacción. Pero yo simplemente miré hacia la pared, con una expresión vacía que no denotaba absolutamente nada. Estaba en un estado de shock.
-Mientras tanto- interrumpió Agnes- descansa un poco. Te traeré comida. Esta es tu casa, puedes sentirte tranquila.
Agnes no obtuvo respuesta, yo seguía asimilando lo que Z me acababa de decir.
La pareja se retiró de la habitación, dejándome sola, pensativa, tumbada en la cama y a punto de tener una crisis existencial.No podía tener un niño. Uno de mis mayores miedos siempre fue quedarme embarazada accidentalmente. Yo fui un accidente. De hecho, seguía siendo virgen por eso. Z y Agnes estaban realmente locos si creían que me podrían usar de incubadora para su hijo, como si fuese un juguete. Tenía que hallar una forma de escapar, fuera como fuera.
No podía dejar que Z me tocara.
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La gestante
Mystery / ThrillerDuerme, duerme, duerme en paz que mis manos te arropan, mi boca te besa y mis ojos te querrán. Duerme, duerme, duerme en paz que cuando esto acabe, una luz amarilla, tenaz, libre y rebelde volará. "Promesas de una niña insegu...