Julia
-Si mamá, todo está bien. El piso es una monada y no tengo ningún vecino perturbador- Había perdido la cuenta de las veces que había repetido esa frase en la última media hora.
Cuando conseguí convencerla de que mi vida no corría ningún peligro, pude dedicarme a ordenar mi nuevo hogar. Antes de decidirme por esta soledad compartía piso con dos chicas algo despreocupadas de mi facultad, las fiestas y la música hasta altas horas de la noche no me ayudaba para nada con mis estudios.
Puede que este piso fuera más pequeño, pero el silencio que reinaba en toda la comunidad terminó por enamorarme. Para estudia psicología necesitaba paz, o acabaría muy pronto en un manicomio, y no trabajando. No me di cuenta de cuánto tiempo llevaba ordenando, cuando eché un vistazo por la ventana ya era de noche. Era suficiente por hoy.
Me di una ducha y me metí en la cama con el ordenador, tenía un montón de emails sin leer, iba a ser una noche larga. Vaya, este es nuevo. Ana, éramos tan amigas en el instituto ¿Qué la habría llevado a mandarme un email después de tantos años?
"Querida Julia:
Me complace comunicarte que me caso. Y estamos tan felices que queremos que todas las personas que apreciamos nos acompañen en ese momento tan especial de nuestras vidas.
La boda se realizará en california, el 7 de junio sábado.
Junto con este email se te envía la invitación oficial y el billete de avión para poder asistir.
Rogamos confirmación.
Atentamente:
Ana y Robert."
¡Madre mía! Ana iba a casarse, con lo cabra loca que era, que vueltas da la vida. Recuerdo lo felices que éramos en aquella época, hasta que se avecinó el desastre. Había una nota adjunta en el email.
"Chicas, se que han pasado años y que nuestra amistad no terminó muy bien, tal vez debamos darnos una oportunidad, no me olvido de vosotras, de la dudativa Julia, de Ruth la gran animalista y de Tamara mi desquiciada mental. Por favor, pensadlo."
Así que la primera que huyó ahora nos pedía que nos replanteáramos las cosas, era cierto, juntas éramos invencibles, o eso nos creíamos con dieciséis o diecisiete años. Pero no creía que ninguna de nosotras olvidara aquella noche. Necesitaba dejar de pensar en las chicas, todas habría hecho su vida ya, y seguro que ninguna aceptaría la petición de Ana. ¿Por qué iba a hacerlo yo? Apagué el ordenador y estuve dando vueltas en la cama hasta casi el amanecer.
-Señorita Pérez, parece que mi clase sobre la historia de la psicología la esta aburriendo más de lo normal- ¿Estaba soñando? No, lo que había debajo de mi cabeza era más duro que mi almohada- ¡Señorita Pérez!
Desperté de golpe.
Lo siento mucho señor Martell, he pasado mala noche.
-Salga de mi clase y tómese un café doble- Se me caía la cara de vergüenza, era la tercera vez que me dormía en clase esa semana.
Salí de allí con la cabeza agachada, no podía dejar de pensar en el email, ¿Y si buscara a las demás? A lo mejor ellas tenían otro punto de vista. ¿Podríamos seguir guardándonos rencor después de tantos años? Tenía que buscarlas, aunque no sabía absolutamente nada de ellas, tal vez esa vez fuera de ayuda facebook. Comencé a caminar cada vez más rápido, nada me frenaría hasta llegar a casa.
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Una semana por Ana
RomanceHace 5 años que Ana, Ruth, Julia y Tamara no se ven, exactamente desde que acabó el instituto y un terrible incidente las separó. Un día las chicas reciben un email de Ana, va a casarse y las ha invitado a la boda, en California nada menos. Todas...