Con gran pesadez en sus ojos Dylan poco a poco fue abriendo los, cuando su vista finalmente se aclaró se sorprendió de encontrarse en una amplia habitación, no recordaba nada, ni siquiera recordaba cómo llegó a aquel lugar. Confundido se levantó de la mullida cama dirigiéndose hacia la ventana quedando perplejo al ver un exótico panorama al otro del cristal—. ¿Dónde estoy? —preguntó sintiendo un dolor de cabeza aún más fuerte, repentinamente una puerta se escuchó abrirse dando paso a un adulto algo mayor.
—Buenos días, Dylan.
Dylan se sentía perdido, no reconocía al hombre frente a él, en realidad, no recordaba absolutamente nada, incluso se sintió confundido de ser llamado Dylan, una aguda punzada en la cabeza fue suficiente para hacerlo desplomarse sobre el suelo. Pasaron algunas horas cuando volvió a abrir sus ojos.
—¿Estas bien? —al buscar el dueño la voz que le había hecho la pregunta se topó con aquel hombre sentado a su lado mirándolo inquieto—. Estás pálido, le pediré al doctor que venga a revisarte.
—¿Quién... eres? —pregunto intentando obtener información, todo estaba muy confuso, ni siquiera podía pensar en algo.
Aquel hombre revolviendo le con dulzura el cabello le dedicó una gentil sonrisa—. Mi nombre es Edward, soy tu padre.
—¿Mi padre?
—Sufriste una dura caída por las escaleras, has estado dormido por 2 días, realmente me asustaste.
Dylan por alguna razón sentía confusas esas palabras, si la caída hubiera sido realmente dura debería tener algún dolor o fractura, lo único que tenía era un agudo dolor de cabeza, mareado nuevamente sucumbió ante el sueño, le estaba costando mantenerse despierto.
Pasaron algunos días, Dylan con cada día se sentía más incómodo, era una sensación rara de que no debía estar junto al hombre que afirmaba que él había vivido ahí toda su vida. Cosas raras pasaban en aquella gran mansión; no se le permitía salir, le fue impedido ver televisión o leer las noticias, únicamente para su entretenimiento contaba con libros, discos de música y más libros, ni siquiera podía sostener conversación con los criados.
—¿Dylan ocurre algo? —le pregunto su padre una noche mientras disfrutaban de una cena—. Casi no has tocado tu comida.
—Estoy bien... creo —Dylan cada vez sentía más esa sensación de haber perdido algo importante, lo cual poco a poco estaba ocasionándole un extraño deseo de huir. Algún tiempo después pese a sus insistentes sensaciones ya se había acostumbrado a ellas, pasar tiempo junto a su padre resultaba agradable, a petición del mayor se tomaron varias fotografías juntos. Una mañana mientras merodeaba nuevamente por los pasillos de la mansión alcanzó a escuchar la voz de su padre quien parecía tener un invitado.
—¿Cuánto tiempo piensas seguir teniéndolo aquí?, ¡Tengo que recordarte que medio país está buscándolo! ¡MIRA! —exclamó el invitado encendiendo el televisor—. ¡Ya han pasado 3 meses! ¡Debes dejarlo volver a su hogar!
—¡Ese chico es el hijo de mi hermano! No permitiré que vuelva a un mundo que solo le ha traído dolor, si tengo que seguir jugando con su mente, lo haré.
—¡Dylan debe volver! —exclamó aún más molesto el invitado—. ¡Tiene que volver! Si no vuelve Kyle va a morir.
Conforme la conversación avanzaba Dylan poco a poco empezaba a recordar cada vez cosas, esas memorias que tanto tiempo deseo recordar por fin volvían, finalmente aquel dolor de cabeza se desvaneció, al fin recordaba todo, desde el momento de su secuestro hasta las forzadas sesiones de hipnotismo a las que fue sometido.
—Debo volver.
Alejándose silenciosamente se dirigió al lugar que había estado siendo su habitación, intentando lucir normal recibió la vista de su "padre" y aquel invitado. Tras haber pensado cómo sacar el tema decidió ser directo en vez de irse por las ramas—. ¿Por qué me ha mentido? —inquirió con la seguridad que tanto lo caracterizaba. ¿Por qué fingió ser mi padre?
Ambos adultos quedaron sorprendidos ante la pregunta, el silencio se adueñó del ambiente, nadie decía nada—. No hay duda... eres el hijo de Edward —comentó el hombre a quien por mucho tiempo llamó su padre—. Eres igual de intuitivo que él. Dylan, yo soy Raúl, el hermano gemelo del hombre que aceptó criarte como a su hijo.
—¿Por qué me secuestro?
Raúl realmente no podía dejar de ver en el chico frente a él, al hombre que más quiso en la vida, era su vívida imagen—. Quería... quería tener la última prueba de que mi hermano fue un gran hombre, él te crío para volverte la persona que eres ahora.
—Dylan, tu eres un chico más especial de lo que crees —hablo el hombre quien no tardó en revelarse como el ex dueño de la tienda donde comenzó a trabajar—. Tu tío Raúl no tenía malas intenciones, simplemente deseaba poder brindarte lo que tu propia madre te arrebato, tiempo con tu padre.
Raúl, el dueño de la tienda y Dylan con cierta calma conversaron sobre las acciones de Raúl quien tras unos cuantos regaños le devolvió a su sobrino su celular el cual tenía miles de llamadas, mensajes y correos de voz—. ¿Vas a volver con tu familia? —preguntó Raúl al ver gran decisión en el rostro de su sobrino.
Dylan asintió—. Ellos me están esperando, sin mí, ellos son un desastre.
—Entonces llévate esto —dijo Raúl entregándole una bolsa con un polvo raro en su interior—. Esta es una medicina que ayudara a Kyle, una sola cucharada bastará para mantenerlo estable, dale una cucharada cada semana, cuando se te acabe, llámame y te enviare más.
—Tío... muchas gracias.
—Promete que vendrás a visitarme. Este siempre será tu hogar.
Una despedida fue el inicio de la unión de un lazo familiar, Raúl viendo desde la entrada como una patrulla se llevaba a Dylan sentía dicha por verlo sonreír de verdad, aquella era la sonrisa que él buscó ver pero que no fue capaz de lograr.
—Así que nuevamente has dejado ir algo valioso para ti —le comentó el dueño de la tienda a Raúl—. Aunque amabas a Edward dejaste que se fuera con una desconocida quien solo le dio sufrimiento, y ahora has vuelto a terminar con el corazón roto al dejar ir a tu sobrino.
—Mi amor con Edward jamás podría realizarse, él era mi único amor, pero deseaba fuera feliz. Dylan ya le pertenece a alguien, jamás podría engañar a su corazón, soy feliz con poder verlo de vez en cuando.
—Raúl a veces pienso que eres masoquista.
—Quizás lo sea.
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Hasta aquí llega el cap, espero les haya gustado.
Finalmente esta historia está por llegar a su fin, con su finalización llegará más yaoi a mi perfil, (¬_¬) tengo mucho trabajo por delante
No olviden votar o comentar.
Nos escribimos y nos leemos en el próximo capítulo. ¡SAYONARA!
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¿Hermanastros? O ¿Algo más? (Yaoi Hard)[FINALIZADA]
RomanceComo había prometido aquí esta la otra versión de mi novela "¿Enamorado de mi hermanastro?". En esta versión la historia transcurre de forma un tanto distinta, solo los personajes son los mismos, para que se diferencien una de otra tendrán títulos d...