Piloto

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Darla termino de subir el cierre de mi vestido, todo estaba hecho y listo, me gire para mirarme en el espejo, era el día, mi boda, había llegado el momento de casarme con el hombre que he amado desde hace siete años, después de dos años como amigos hasta que tuvo el valor de pedirme que fuéramos novios, le tomo cinco años más para decidir que era la mujer con la que quería pasar el resto de sus días.

Me mire en el espejo, nunca pensé verme tan hermosa, era yo, en mi vestido de bodas, con su hermosa pedrería, el hermoso tul que formaba una hermosa falda esponjada, un velo largo, de tul, con hermosos destellos de estrella, tan largo que media tres metros y arrastraba por el piso, dejando algunos brillos en la alfombra del lugar.

Mis zapatillas, tan hermosas, llenas de pequeños diamantes decorativos, con un hermoso tacón de aguja.

Una lágrima estaba a punto de salir de mis ojos, pero lo contuve, no pase cuatro horas con la maquillista para arruinarlo de un momento a otro.

Escuché los tacones afuera del pasillo, al personal llevar arreglos de flores de un lado a otro y a alguien tocar mi puerta, una de las damas de honor se levantó y fue a abrir.

-todo está listo.

Escuché decir al hombre que estaba parado afuera.

-necesitamos que la novia venga ya, tienen tres minutos.

Mis siete damas se levantaron del sofá, tomaron sus ramos y le dieron un último vistazo a su maquillaje y vestido color violeta que había escogido para ellas.

Todas comenzaron a salir del cuarto formadas en una fila y una de ellas me dio mi ramo antes de salir, un hermoso ramo de rosas blancas.

Todos salieron dejándome sola, solo me faltaba esperar a que mi padre tocará la puerta para llevarme al altar, tras unos minutos mi padre llegó y la magia iba a comenzar.

Camine de su brazo hasta la entrada del salón donde nos esperaban todos para comenzar la ceremonia.

-te ves hermosa hija...

-gracias papá...

-no puedo...no puedo creer que mi niñita ha crecido tanto.

Un par de lágrimas comenzaban a salir de sus ojos.

-papá...no llores, me harás llorar y....y...

-no hija, no llores, te ves hermosa, nunca dejes de serlo.

La música comenzó a sonar y era tiempo de que entramos, me pare en la puerta y pude observarlo al fondo, a él, el hombre que amo, estaba totalmente serio, con un esmoquin blanco, el es tan bello, lo amo, al verme se llevó las manos al rostro y lágrimas comenzaron a salir, su madre le acerco un pañuelo y a lo lejos lo escuché decir.

-mamá...se ve hermosa.

Mi padre me entrego a él, juntando nuestras manos, para siempre, me entrego al hombre que amo.

La ceremonia comenzó pero yo no podía dejar de verlo, estaba a punto de declarar mi amor por siempre. De pronto la pregunta del sacerdote me saco de mis pensamientos.

-Hazel...

-¿Si?

-Hazel ¿Aceptas a (     ) como  tú legítimo esposo, aceptas amarlo y respetarlo, en la salud y la adversidad hasta que la muerte los separe?

-acepto.

-(     ) ¿Aceptas a Hazel como tú legítima esposa, aceptas amarla y respetarla, en la salud y la adversidad hasta que la muerte los separe?

-acepto.

-Por el poder que me confiere está sagrada iglesia, yo los declaró en nombre de Dios marido y mujer, ahora puedes besar a la novia.

Lo mire, (      ) me tomo de las mejillas y me dio un tierno beso en los labios.

-hasta que la muerte nos separe mi amor -susurro y volvió a besarme.

-te amo -se lo dije por primera vez estando casados.

Pero de un momento a otro, todo se oscureció...

El Día Que SoñeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora