Paseo nocturno

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Un joven Arthur de diecisiete años leía un libro sentado a los pies de una gran ventana en su habitación. Era un libro lindo, Romeo y Julieta, un clásico. Le gustaría vivir un romance así, pero en cambio, todo lo que el tenía era un futuro matrimonio arreglado.

Cerró el libro y descansó la cabeza en el borde de la silla. Unos golpes suaves pero rápidos no se hicieron esperar. Se puso de pie rápido, dirigiendose a abrir la puerta. Se mordió un poco los labios al ver a su madre en el marco de esta.

Alice abrazó a su hijo menor por el cuello, lo cual supuso un pequeño esfuerzo, ya que Arthur había crecido bastante, pasando a su madre por varios centimetros.

- Madre, que sorpresa - dijo sarcástico, con dos semanas antes de su boda, y al mismo tiempo para su proximo celo, Alice había estado inquieta, dandole todo tipo de cosas "útiles" y sonriendo cada vez que lo veía.

- Arthur, -la mujer sonreía emocionada, pronto sería la boda de su adorado hijo Omega, deseaba que todo fuera pefecto-
te traje algo importante.

Una vez dicho esto, la rubia sentó a su hijo en la mullida cama. Tomó las manos de Arthur entre las suyas y dejó el ellas una pequeña cajita.

Arthur alzó una ceja, mirando el objeto con curiosidad. Bien, se rendía, no tenía idea de que era.

- ¿y esto que es Madre? -dijo sin despegar los ojos de ca caja de cartón. Tenía pastillas dentro.

La mujer mayor sonrió suave, acentuando las arrugas que se formaron en su rostro a lo largo de los años.

- estas son pastillas..."especiales" -intentó explicar a su hijo- como sabes, tu boda se acerca -ante esto Arthur frunció sus cejas, soltando un bufido- y bueno, por ende, p-perderás la virginidad...-prosiguió la rubia, sonrojandose y causando también un notable rubor en las mejillas del joven- estas pastillas harán que, bueno, no quedes en cinta. A menos de que si quieras darme nietos pronto -rió un poco la mujer de ojos claros.

Arthur se quedó sin habla, su madre había sacado el tema del que no quería hablar. El había dejado mas que claro que no deseaba un matrimonio arreglado, el no quería casarse de esa manera.

Su rostro estaba rojo aún con la caja en las delicadas manos. Sabía que era inevitable, una vez casados, los Alfas estaban obligados a marcar a su Omega. Y lo mas probable era que el no opusiera resistencia, la boda estaba situada estrategicamente en el comienzo de su proximo celo.

Durante el celo, Arthur se sentiría totalmente exitado, lo único que querría sería ser marcado por un Alfa, ser abrazado por unos brazos fuertes y sentirse protegido.

- Mom, yo no...-Intentó mirar a su madre, pero ella parecía tan feliz, que no tuvo el valor para discutir una vez mas. Después de todo, era una batalla perdida- gracias, Mom.

Alice abrazó a su hijo una vez mas, con pequeñas lagrimas en los ojos. Sacó luego un pequeño pañuelo, secando las lagrimas que manaban de sus pedacitos de cielo.

- lo siento, es solo que, mi niño está creciendo, y prontó estará casado y tendrá su propia familia - las lagrimas corrían por las leves arrugas en su rostro. Acarició con suavidad la mejilla de su hijo- estoy muy orgullosa de ti, Arthur.

El muchacho solo pudo regalarle una sonrisa tensa. Amaba a su madre, a pesar de no compartir su forma de pensar, no rompería su corazón con palabras acidas.

Alice se levantó de su asiento, alisando su vestido. Arthur aún recuerda cuando su madre lo obligaba a hacer lo mismo. "Tu vestido siempre debe lucir perfecto, aún mas si estas frente a un Alfa. Debes verte como la perfección y delicadeza encarnada". Inconscientemente, Arthur arrugó la nariz, no eran recuerdos bonitos.

Love is a long tripDonde viven las historias. Descúbrelo ahora