Luc
No es que me lamente, pero uno de los serios inconvenientes de ser un demonio-convertido-en-humano es que ya no soy indestructible. Fijo la mirada en mi cara sangrienta en el espejo y enjuago la afeitadora en el lavamanos. Mientras examino la multitud de heridas filtrantes, me pregunto cuánta sangre puede darse el lujo de perder un mortal.
Lo que me lleva a otro inconveniente del ser humano: la higiene personal. Por qué el Todopoderoso diseñaría seres humanos que requieren tanto mantenimiento está más allá de mí. Y todos estos milenios, pensé que nosotros los demonios éramos los que lográbamos la tortura.
Todavía tengo problemas envolviendo mi cabeza alrededor de todo esto —mi nueva vida. Frannie. Me desperté en mi coche esta mañana y mi corazón dolió porque, por un instante, estuve seguro de que todo había sido un sueño. Pero fue mi doliente corazón —y el hecho de que estaba dormido en primer lugar— lo que me convenció de lo contrario. El azufre no duele.
Lo que me lleva no obstante a otro inconveniente: dormir. Ahora que tengo que dormir, no puedo proteger a Frannie como quiero. Con un poco de ayuda de Starbucks, hasta anoche fui capaz de resistir prolongadamente. Pero a las cuatro de esta mañana me encontré dormido en mi coche frente a su casa, inclinado sobre el volante y babeando sobre mi manga. Voy a tener que hablar de cambios con Matt.
Frannie insiste en que no necesita un ángel guardián, pero me alegro por la ayuda. Desde luego, no he sido muy honesto con ella. No sabe que sigo vigilando cada noche. Probablemente me daría una buena paliza si lo supiera. Es un poco vergonzoso pensar que mi novia de 1.32 y cincuenta kilos pueda patearme el trasero, pero, por desgracia, es verdad.
—Frannie está en camino otra vez.
Aunque la voz suena suave y musical, todavía me asusta mucho. Es algo bueno que la afeitadora esté sobre el lavamanos, porque si hubiera estado en mi cara, habría dejado otra herida.
Me giro e inspecciono mi estudio por el origen de la proclamación. Matt se apoya contra la pared junto al borde sin terminar de mi mural, los pulgares metidos en los bolsillos delanteros de sus pantalones rasgados.
—¿Alguna vez te dijo tu madre que es de mala educación no golpear? —digo. Pero la vista de un ángel de pie allí, junto a una pintura del piso-a-techo del Infierno, es más de lo que puedo soportar, y me eché a reír.
Los rizos rubios arenosos de Matt se hallan casi en sus hombros, y su rostro bronceado es positivamente angelical —excepto por el hecho de que está fulminándome con la mirada. Si no lo supiera mejor, juraría que era un ángel vengador, no un guardián. Pero, mientras me recupero, el atisbo de una sonrisa se apodera de aquellos cianóticos.
—Ella podría haber mencionado algo al respecto.
Odio que Frannie necesite un guardián. Odio que ya no pueda protegerla. Pero mi poder se ha secado por completo. No hay chispa en las bujías. Extraño ser capaz de lanzar Fuego del Infierno de mis puños y explotar cosas hacia el olvido. ¿Pero volvería a ser lo que era?
Nunca.
Levanto una ceja hacia él. —Entonces, si Frannie está en camino otra vez, ¿por qué no la vigilas? ¿Estando en baja del trabajo tan pronto? ¿Qué clase de ángel guardián eres?
Una sonrisa se extiende por la cara de Matt mientras se encoge lejos de la pared. —Ella maneja tan rápido que ni siquiera los Sabuesos del Infierno pueden atraparla en su camino hacia acá.
Sonrío al imaginármela conduciendo ese Mustang 65' convertible de color azul medianoche, descendiendo, maniobrando la música. Ella conduce peligrosamente rápido, pero es algo sexy.
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El pecado original
FantasíaLuc Cain nació y creció en el Infierno, pero ya no se siente tan demoníaco como antes, gracias a Frannie Cavanaugh y su excepcional poder. Desertar del averno tiene consecuencias y la pareja es perseguida por los demonios que antes eran aliados de L...