Hell, no

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Esa noche no podía dormir. Daba vueltas. Todo mi mundo daba vueltas. Necesitaba que alguien me sujetase fuerte y no me dejara ir. Entonces sentí el brazo de Regina rodeandome, y de pronto todo dejó de dar vueltas. Algo en mí me decía que esto era exactamente lo que quería, pero simplemente no podía ser.

Por la mañana fue como si no hubiese dormido nada. Besó mi mejilla y se levantó de la cama. Iba a odiarme. Dentro de nada esa mujer iba a odiarme.

Tuvimos que esperar hasta la tarde para saber los resultados. Decidimos ir al Ayuntamiento, porque los nervios iban a poder con ambas. Estábamos allí, Henry, Regina, David, Mary Margaret, Neal, y yo. Estábamos sentados, pero entonces Regina se levantó y fue al mostrador.

-¿Pasa algo?- Se preocupó Henry.

-Tiene que preguntar cada tres minutos, sinó explota.- Expliqué.

En ese momento, la puerta se abrió y Zelena se nos quedó mirando. No parecía a punto de llevar a cabo su malvado plan para destruirnos a todos, ni siquiera parecía ella misma. Simplemente cogió aire, me miró y caminó hacía el mostrador.

-¿Qué hace aquí?- Se extrañó Mary.

-Lo mismo que nosotros, supongo.- Respondió David.

-No, todavía no están los resultados, y no sirve de nada que vengan aquí, se informará por teléfono.- Insistió el hombre.

-Quiero presentar mi dimisión.- Anunció la pelirroja.

-¿Qué?- Preguntó la morena.

No. Se me congeló el aliento. Era obvio que Regina iba a ganar, pero creía contar con algo más de tiempo.

-Siento haber hecho cosas que hayan podido parecer malvadas, no quiero ganarte nunca más.- Explicó Zelena con la mirada gacha. -No quiero competir contra ti. No te lo tomes como una victoria, porque no lo es. A partir de ahora nuestros caminos no volverán a cruzarse.-

Tuve que levantarme. No me encontraba bien. Me fui al baño. No sé como fui capaz de llegar sin caerme. Me temblaban las piernas. Tenía una sensación en el estómago que...sentía que iba a vomitar. Por dios, me sentí tan patética... Me sujetaba a la pared para no caer todavía más bajo.

Se acabó. Pensé, se acabó. Mi vida se acababa aquí y ahora. Zelena no lo había hecho a posta, solo quería arreglar las cosas, pero me di cuenta de que una parte de mí esperaba que perdiera. Una parte de mí creía que era realmente posible seguir así para siempre. Si es que soy idiota.

-¿Emma?- Escuché la voz de Regina.

Tiré de la cadena y salí del baño. Se la veía contenta, casi sorprendida. Yo no sé que cara tenía, pero ella estaba radiante, como siempre. Me abrazó. Estaba temblando. Ella temblaba de emoción, yo de miedo. Y me aferré a ella con fuerza, porque iba a perderla sí o sí, y no estaba lista. No estaba lista, y nunca lo estaría. Mis dedos temblaron al ponerse en contacto con su espalda. Sentí la suave camisa de seda, y quise apretarla con fuerza contra mí, para quedarme con su aroma, pero no quería hacerle daño. Joder, nunca estaría lista para decirle adiós. Y en el fondo pensaba: "dios, cualquiera menos ella, quítame a cualquiera menos a ella".

-No es la mejor forma de ganar...- Se separó de mí.

-Estoy segura de que tú tenías más votos...-

-Lo sabremos en tres horas.- Se llevó las manos a la cara y se tapó los ojos como si así no fuese a poder verla. -¿Es real, Emma? ¿De verdad lo he hecho?-

-Si...- Puse mi mano sobre su hombro. -Claro que lo has hecho. Te dije que lo harías...-

Ella se apartó las manos de la cara. -Porque eres tú, y ves lo mejor de mí, siempre... No sé como lo haces, de verdad...- Se secó una lágrima.

The Wicked CurseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora