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Mientras viajaba en la parte
trasera de mi camioneta vieja y
el aire rosaba todo mi cuerpo
hasta hacerme estremecer,
lo único que podía pensar
era el inmenso frió que
sentía en ese momento.

De repente,
note que el cielo se miraba
diferente a muchas otras
noches atrás, las estrellas
brillaban como hace mucho
no lo hacían y me sentí perdida 

observándolas a tal grado,
que olvide esa sensación que
segundos antes me hacia temblar.

Sin saber como o por qué
termine pensando en la gran
cantidad de ellas y algo que hace meses
había leído:

Según estudios, el universo 

cuenta con 300.000 trillones
de estrellas, de esa cantidad
solo algunos millones pueden ser 

observadas desde nuestro planeta.

Unas, más cercanas que otras a este.

Sin embargo, existe una distancia
en años luz grandisima de nuestro
mundo a ellas, por más cercanas
que estas parezcan.

Aun así es curioso como
cada que volteas al cielo puedes
verlas tan cerca,
que parece  que puedes llegar
a tocarlas fácilmente,
en un intento extiendes tu
mano para creer
que puedes sentirlas.

Mientras pensaba en todo esto,
no pude evitar compararlo
con algo cotidiano y como
si fuera poco, no pude dejar
de asociarlo contigo.

Me sentí la tierra y tu esa
estrella que a simple vista
se siente cercana, pero en
realidad se encuentra tan lejos.

Caí en la cuenta que no importaba

a cuanta distancia o
años te encontraras

a pesar de existir millones
de estrellas a mi alrededor,
tu eres la única, que por
inercia termino mirando
por las noches.

Extendí mi mano tratando
de tocarte, pero me di cuenta,
que aunque parecía hacerlo...

         tú no me sentías.

CON AMOR, A TI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora