Como un huracán

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Estamos irremediablemente rotos, no precisamente porque otros nos destruyan sino por nosotros mismos lo hacemos. Somos nuestro peor enemigo nos encargamos de romper cada parte que tenemos sana, arrasamos con todo lo que nos queda con el pretexto de buscar completarnos en alguien más, con la excusa de que otro es el culpable y no nosotros mismos que buscamos la infelicidad intentando aferrarnos a algo, a alguien que no existe, que no existió, que no va a existir. Es evidente, culpar a otros de lo que elegimos sufrir es mucho más fácil que asumir que queremos sentirnos así, que fuimos nosotros mismos quien le cedió el poder de la destrucción a alguien más.

Nos hacemos trizas constantemente, con el pensamiento, con las actitudes, con la vida misma. El amor hacia alguien más es algo que no se puede explicar, son sentimientos encontrados con este sentimiento, es difícil de entender y aun mas de explicar el porqué de ¿por qué amamos? ¿por qué tenemos la necesidad de sentir todo el tiempo que dependemos de alguien más para ser felices?, Cuando en realidad la felicidad es solo un instante y depende solo de nosotros mismos, de la gente con la que elegimos compartir momentos, de sentirnos vivos y libres. Si disfrutáramos más, si fuésemos capaces de apreciar esos 10 segundos en los que nos sentimos plenos y somos conscientes de que no van a regresar, quizá ahí en ese lugar encontraríamos momentos de felicidad incomparable. Podemos amar y disfrutar de ello mientras dure porque las personas también son etapas.

Hacernos dependientes es cruel, es cruel sentirse vacío por elección propia. No hay nada más triste que mirarte a vos mismo desde afuera aferrándote a algo que no existe, que está roto. Amemos fuerte, sintiéndonos libres, pero primero el amor propio y cuando sientas que te amas demasiado que no podés estar sin vos mismo, ahí en ese lugar, en ese momento ama al resto.

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⏰ Última actualización: Jul 11, 2017 ⏰

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