Los guardianes

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      Una irrepetible y antigua leyenda, hace tiempo olvidada, contaba a todos los que quisieran oírla, una extraña historia sobre este conocido mundo. En él solían vivir tres seres tan inmortales y longevos como el tiempo. Su único destino era cuidar el planeta y todos los seres vivos con los que compartían su hogar.
      Uno de ellos decidió vigilar la tierra, otro organizaría el cielo y el último comandaría las corrientes hídricas. Jamás se supo sus nombres ni sus formas, que parecían cambiar según sus deseos. Sólo se reunían  una vez  por año para reportar el estado del mundo, en ese entonces, a su cuidado.
      No hace tanto tiempo, el ser de la tierra notó el exagerado crecimiento de una especie en particular.       Rápidamente se enamoró de ellos y de su imaginación. Cada año reportaba a sus compañeros todos los avances que aquellos hacían y todo lo que había descubierto.

-Es fascinante- solía decir el señor de la tierra.- Creo que es la mejor especie que he conocido.-

      Los admiraba tanto que tomó la forma de los que ahora se autodenominaban seres humanos. Tal vez todo ese amor lo cegó por completo ante el cambio que se estaba produciendo a su alrededor.
      Años y más años pasaron hasta que el ser de la tierra se diera cuenta que se había quedado solo. Los seres del aire y del agua habían huido debido a que ya no quedaban peces en los océanos, ni aves en los cielos. Con una sola mirada a su alrededor divisó que ya no quedaba ni un solo animal, ni una sola planta en aquel desolado mundo, solo humanos.
      Era muy tarde como para poder enmendar su error. Estos humanos iban a ser la mejor y más avanzada especie de todas, pero destruirían todo a su paso.
      El ser de la tierra finalmente decidió irse, dejando a los humanos solos. Completamente solos.

                   -Nyarlathotep-

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