Ya me había cansado de maldecir ese puto teléfono de mierda que no funcionaba.
Mi vida se había ido en picada desde que me mudé, y detestaba aquel pueblo.
Traté de calmarme. No todo es malo, me repetía, el clima es agradable, todo está cerca.
Caminaba de ida y vuelta en mi habitación.
La escuela era un asco, y sus estudiantes más. Ya estaba harta.
Y para colmo, Chloe no me contestaba un sólo mensaje, ¿pero qué le costaba?
Un día simplemente se esfumó y no volví a saber nada de ella.
Y la extrañaba.
— Te extraño, cara de orto. – Le susurré a la ventana.
Llovía, qué sorpresa.
— Sam, hay un tipo afuera que te busca.
— Ya voy, ranita. – Acaricié su cabello mientras pasaba junto a ella.
— ¿Sam?
— ¿Qué sucede?
— ¿Sabes algo de Chlo?.– Sabía que Nora no podría reprimirse, al fin y al cabo, Chloe la adoraba.
— No, lo lamento.
— Yo lo lamento por ti.
— Sí, supongo que sí.
Y fui a la puerta, más le valía que fuera rápido.
Abrí, y en la entrada había un tipo alto de cabello negro y ojos oscuros, era bastante atractivo a decir verdad.
— ¿Puedo ayudarte en algo?
— Sam, creo que seré tu nuevo mejor amigo.
— Ok.– Dije mientras le cerraba la puerta en la cara.
— ¡Espera!.– su pie se interpuso en la puerta.
— No te conozco y me aterras.
— Mira, soy Samuel, y creo que deberíamos ser amigos. Te he visto en la escuela, y, creo que no te veo nunca acompañada.
Lancé mi cabello por detrás de mi hombro. — Y tu solución fue seguirme a mi casa un viernes por la tarde. – No pude evitar lanzarle una mirada como de "qué demonios dices".
— En la escuela es incómodo seguir el rastro, y en realidad es que vivo en la misma calle.
Aún seguía dudosa, me daba igual no tener amigos. Pero tampoco era como si lo disfrutara por completo.
— Te veo el lunes temprano.
Y le cerré la puerta en la nariz de nuevo. Como lo disfruté.
— ¿Quién era? .– Preguntó mamá desde la cocina.
— Mi nuevo mejor amigo.
— Lo debiste haber invitado.
— No tenía tiempo, le dio diarrea y no se ha recuperado.
Me reí internamente.
— Pobrecillo.