④❁ saʍaռtɦa ❁④

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Ya me había cansado de maldecir ese puto teléfono de mierda que no funcionaba.

Mi vida se había ido en picada desde que me mudé, y detestaba aquel pueblo.

Traté de calmarme. No todo es malo, me repetía, el clima es agradable, todo está cerca.

Caminaba de ida y vuelta en mi habitación.

La escuela era un asco, y sus estudiantes más. Ya estaba harta.

Y para colmo, Chloe no me contestaba un sólo mensaje, ¿pero qué le costaba?

Un día simplemente se esfumó y no volví a saber nada de ella.

Y la extrañaba.

— Te extraño, cara de orto. – Le susurré a la ventana.

Llovía, qué sorpresa.

— Sam, hay un tipo afuera que te busca.

— Ya voy, ranita. – Acaricié su cabello mientras pasaba junto a ella.

— ¿Sam?

— ¿Qué sucede?

— ¿Sabes algo de Chlo?.– Sabía que Nora no podría reprimirse, al fin y al cabo, Chloe la adoraba.

— No, lo lamento.

— Yo lo lamento por ti.

— Sí, supongo que sí.

Y fui a la puerta, más le valía que fuera rápido.

Abrí, y en la entrada había un tipo alto de cabello negro y ojos oscuros, era bastante atractivo a decir verdad.

— ¿Puedo ayudarte en algo?

— Sam, creo que seré tu nuevo mejor amigo.

— Ok.– Dije mientras le cerraba la puerta en la cara.

— ¡Espera!.– su pie se interpuso en la puerta.

— No te conozco y me aterras.

— Mira, soy Samuel, y creo que deberíamos ser amigos. Te he visto en la escuela, y, creo que no te veo nunca acompañada.

Lancé mi cabello por detrás de mi hombro. — Y tu solución fue seguirme a mi casa un viernes por la tarde. – No pude evitar lanzarle una mirada como de "qué demonios dices".

— En la escuela es incómodo seguir el rastro, y en realidad es que vivo en la misma calle.

Aún seguía dudosa, me daba igual no tener amigos. Pero tampoco era como si lo disfrutara por completo.

— Te veo el lunes temprano.

Y le cerré la puerta en la nariz de nuevo. Como lo disfruté.

— ¿Quién era? .– Preguntó mamá desde la cocina.

— Mi nuevo mejor amigo.

— Lo debiste haber invitado.

— No tenía tiempo, le dio diarrea y no se ha recuperado.

Me reí internamente.

— Pobrecillo.

Me pregunto si aún me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora