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Estoy en mi cuarto. Son las 6 de la tarde. No hay nadie en casa, solo yo. Mi madre tardará unas horas en venir de hacer recados, mi padre no vive con nosotras  y mi hermana es cinco años mayor que yo, tiene 18, y como siempre se fue con su novio tres años mayor que ella. Para ella yo soy invisible. No soy nada. Solo su hermana y claro está, que para lo que le conviene. Una vez me llegó a utilizar para poder acercarse al hermano de una de mis pocas o incluso mi única amiga.

Me dispongo a coger mi pequeño cúter y lo acerco poco a poco a mi muñeca. Comienzo a recordar todos esos insultos de aquellos malditos sin alma "fea" "imbécil" "puta" "perra". ¿Acaso esas palabras me describían? ¿Era yo realmente lo que significaban aquellas palabras? ¿Que había hecho yo para merecer aquello? Todas estas preguntas sin respuesta daban vueltas y vueltas en mi cabeza todos los días,  horas, minutos, segundos...
Unas lágrimas empiezan a salir de mis ojos y recuerdo aquel empujón que me dio Alia. Aquel que me hizo caer al suelo e hizo que me diera un buen golpe en la pierna y que se me notara una ligera cojera. Empiezo a llorar cada vez mas y, sin pensarlo, hago un corte. No muy profundo pero, joder como duele. La sangre empieza a salir, y me dirijo al baño de mi cuarto. Por el camino caen unas gotas de sangre al suelo. Al llegar, pongo el brazo sobre el lavabo y cojo un poco de papel para ponerlo sobre el corte e intentar que no sangre demasiado y no manchar nada. Mientras, me duele como nada en él mundo.

Mi amiga siempre me pregunta que porque lo hago, que deje de hacerlo, que así solo me hago daño a mi misma, que parezco mas débil y que eso hace que me hagan daño. Pero la verdad solo lo hago para sentirme bien conmigo misma,  ya que así puedo desahogarme al sentir ese dolor, y eso hace que el otro dolor, el del corazón, se esfume por un pequeño rato.

De repente escucho la puerta de casa abrirse. Seguro era mi madre, que llego antes de lo previsto de aquellos recados. Cojo unas vendas, me las pongo sobre el corte. Luego me coloco una chaqueta de manga larga para poder cubrirlo y me siento en mi escritorio. Escuchaba a alguien subiendo las escaleras, y después unos pasos que se acercaban a la puerta de mi habitación mientras yo abría él libro de matemáticas y me ponía a "estudiar". Alguien abrió la puerta de mi habitación desde fuera, girando la manilla suavemente.

–Ey! Que haces?– preguntó amable y cariñosamente.
–Nada, aquí estudiando un poco para él examen  de mañana– Mentí
–Ah, que mañana tienes examen...
–Si
–Bueno, si es así te dejo aquí estudiando–Dijo abriendo la puerta y saliendo.
–Mama, espera!!
–Si?
–Te quiero–sonreí levemente–mientras mi madre también lo hizo y me mando un beso a distancia. Después se retiró de la habitación.

En cuanto se fue me quité la chaqueta y las vendas y vi como me hice ese corte. No era muy grande ni profundo y ya paro de sangrar, así que me tumbé en la cama. En cuanto me tumbe, atrapé a mi gran oso de peluche entre mis brazos y las lágrimas empezaron a brotar de nuevo de mis ojos. Recuerdo estar llorando hasta que quedé dormida.

El Cambio De Mi Vida De MierdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora