Su pasado no me importa.

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—Ana... yo...nena. Solo la idea de hacerte daño me resulta abominable, yo... desde que te conozco has despertado cosas en mí que no sabía ni que podía llegar a sentir. —Bueno, es algo bueno—. Quiero estar contigo, no quiero que seas mi amante, ni que seas mi sumisa. Quiero que seas mi amiga, mi novia, mía, quiero ver si podemos ser felices juntos y salir de esta oscuridad donde he estado metido muchos años.
Me gustaría creerle, y de verdad que me gustaría ser todo lo que él dice.
—Créeme, te quiero en mi vida. ¿Si tu quieres, claro? —¿Quiero? ¿Quiero ser parte de la vida de este hombre?—. Déjame conocerte y ser alguien importante para ti. —Él continúa y yo sigo sin poder hablar.
¿Le quiero?
Sí, claro que sí.
Intentaré ayudarlo en lo que pueda. Y encontraremos la manera de ser felices juntos.
Levanto la mano y acaricio su cara, él me mira sorprendido, lentamente le doy un suave beso en los labios. Su cara es un poema, no sale de su sorpresa.

—Christian... siento mucho lo de tu madre. —Abre mucho los ojos, como si no se esperaba esas palabras—. No me imagino por todo lo que habrás pasado y seguro que ningún niño merece vivir eso, pero has salido adelante y ahora eres un gran hombre. —Ahora él esta en shock. ¿Qué esperaba, que le escupiera?—. Eso solo hace que te admire más de lo que ya lo hacía, lo del sado... entiendo que lo hicieras y también sé que una mujer que se preste a eso es porque ella misma lo quiere y disfruta de la peguen. Yo no soy quien para juzgarte ni mucho menos. —Su mirada se dulcifica y veo un atisbo de admiración—. Tu y yo nos acabamos de conocer y de verdad que yo estoy deseando acercarme a ti y conocerte y quiero que sepas que me encantaría ser tu amiga, tu novia, tu mujer y todo lo que necesites. —Sin esperármelo me coge en volandas mientras me da besos en el cuello y me las gracias una vez más por haber aparecido en su vida.
Como no quererlo.

—Nena, me tienes loco —me dice mientras me besa la cara.
Me mira a los ojos y me besa con dulzura y yo me dejo llevar por ese beso que poco a poco va subiendo grados y se vuelve apasionado y lleno de muchas promesas.
Le toco la cara, los brazos y poco a poco voy subiendo por la hilera de botones de su camisa. Él se tensa, pero se poco a poco se empieza a relajar mientras le rodeo en cuello y lo atraigo a mí.
Gime en mi boca y nuestras lenguas danzan solas en un baile que solo ellas empiezan a conocer.
Muy lentamente le voy desabrochando los botones de su camisa sin romper en ningún momento nuestro beso.
Me tiemblan las manos.
Él me acaricia el pelo, la cara, el cuello, baja por mi clavícula hasta llegar al escote de mi vestido y lo bordea lentamente con el dedo índice hasta llegar a mi espalda justo al principio de la cremallera. Rompe nuestro beso y apoya su frente en la mía mientras nos miramos a los ojos, sus ojos son puro fuego y eso me enciende más.
—¿Estas segura? Siempre puedes decir que no. —¿Qué? Ni de coña.

—No te detengas —pronuncio cada palabra con sentimiento para que vea que lo quiero—. Te deseo, Christian.
El gime alto al oír mis palabras.
Lentamente y sin dejar de besarnos vamos hacia el dormitorio, baja la cremallera de mi vestido y lo desliza por mi cuerpo mientras me susurra palabras bonitas al oído.

—Eres preciosa.—me besa todo el cuerpo, es como si estuviera adorándome.
Yo le abrazo fuerte sin quererlo dejar ir nunca.
Con sus dedos acarician mi clítoris por encima de mis diminutas bragas sin dejar de besarme.
Dios. Es el paraíso.
Pero caigo en la cuenta de que él no sabe...

—Christian... —gimo.

—¿Mm?

—Cristian... espera. —Sube a mi cuello y pasa la lengua desde mi oreja hasta la garganta—. Ah... Christian... —Siento que voy a explotar de placer.

—¿Dime, nena? —Levanta la vista a mis ojos.

—Es que... yo... nunca he... —Jesús, que vergüenza, a él le cambia la cara.

—Nunca has... ¿Eres virgen? —Madre mía, que embarazoso.
Suspira y deja caer la cabeza entre mis pechos.
—¿Nena, donde has estado? —pregunta totalmente maravillado.

—Esperándote —jadeo aliviada.
Me sonríe con ternura y sigue con su tortura de besos hasta llegar a mi sexo y lo ataca sin piedad; besando, lamiendo, chupando...
Sabe más que de sobra lo que hace.
—Ah... —gimo muy fuerte cuando siento que mi cuerpo explota en mil pedazos... joder.
Él me mira ensimismado mientras los últimos espasmos de mi primer orgasmo aún siguen en mi cuerpo.

—Eres mía, Ana. Solo mía, nena. —Mi dios sacando su lado posesivo y dominante.
Me encanta que sea así.
Besa mi boca y baja a mis pezones; primero uno uno después el otro.
Que deliciosa tortura.
—Son preciosos nena —adora mis pechos.
Se levanta un poco y saca de su pantalón un condón, se baja el bóxer y... Dios mío.
¿Eso es normal?
El sonríe de lado al ver mi expresión de incredulidad.
Vuelve a besarme y coloca su miembro en la entrada de mi sexo y muy lentamente va entrando mientras traza círculos con su pulgar en mi clítoris.
Se introduce más al fondo y yo siento una punzada de dolor que poco a poco es sustituida por el placer cuando acaricia mi clítoris con suavidad mientras entra y sale de mí con absoluta lentitud.
Es muy tierno y sensual, y lo estoy disfrutando.
Siento los músculos tensarse y un fogonazo de calor nace en mi sexo y sube por mi vientre hasta la cabeza.
Oh, Dios.
—Vamos nena, córrete para mí —me pide, más bien me ordena y yo obedezco inmediatamente explotando en un orgasmo increíble que me hace tocar las estrellas.

—Christian —grito su nombre mientras me corro, seguido de mí lo hace él susurrando el mío sin aliento.
Se deja caer a mi lado y me abraza y me besa el pelo una y otra vez.

—Eres lo mejor que me ha pasado y no voy ha dejar que te alejes de mí nunca, ¿me oyes? —me sujeta la barbilla para que lo mire a los ojos.

—No lo hagas, quédate siempre conmigo. —Cierra los ojos absorbiendo mis palabras y cuando los abre puedo ver amor en ellos.

—Eres mía nena, he sido el primero y seré el último. —Me abraza más fuerte y caigo en un sueño profundo.

Te pertenezco y mi destino está en tus manos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora