Ahora lo...no lo entiendo

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No lo entendía.

Acostado y viendo firmemente el techo de la enfermería, Neville Longbottom seguía sin comprenderlo.

¿Por qué?

«La primera vez fue por la poción» se dijo internamente, ya convencido de ello.

Pero... ¿Y la segunda?

Neville no podía decir que conocía a Harry tanto como lo harían Ron o Hermione, pero todos esos años compartiendo habitación debían servir de algo.
Harry no era alguien temperamental, puede que a veces la presión a la que está sometido constantemente de vez en cuando lo sobrepase y se salga de control, y eso por supuesto que lo entendía. Lo que realmente lo tenía inquieto es que por lo general cuando la gente explota, suele hacerlo a base de golpes y patadas, no de besos y caricias.

Él presenció el justo momento en el que Harry tuvo aquel brusco cambio de humor, estaba limpiando los calderos con residuos de pociones y de repente...

Neville se reincorporó tan rápido de la cama de la enfermería que un fuerte mareo salió a cobrar venganza por tan brusco movimiento; pero a pesar de aquello su cabeza solo tenía lugar para una revelación.

¡Estaba clarísimo!

Harry limpiaba un caldero que sabrá Merlín que habría estado conteniendo, luego reaccionó a lo que sea que estaba allí y como resultado se puso furibundo, quizá por no lograr retener los efectos de la poción que lo obligó a caminar hasta Draco y besarlo.

Ahora, que el rubio haya correspondido era otra cosa.

No hacía falta ser un Ravenclaw para darse cuenta de que Malfoy no puso ninguna resistencia al beso, quizá sí los primeros cuatro segundos, más por la sorpresa de ser besado que por el autor del mismo, pero eso no contaba si después iba a estar correspondiendo con mayor furor del que fue iniciado.

A diferencia de su situación con Harry, Draco era totalmente otra historia. Ese rubio no iba a su misma casa y mucho menos compartían el mismo dormitorio—gracias a Merlín—así que no tenía idea de qué pensar de él, siempre había sido alguien desagradable y molesto y no había visto más que gestos desdeñosos y presunción de su parte, por ello no podía decir cuáles eran las razones exactas por las que el Slytherin decidió seguir el beso infundado por nada más ni nada menos que su enemigo mortal.

Divagó unos minutos más en ello antes de volverse a acostar y concluir que tal vez la poción que afectó a Harry era contagiosa y tardaba cuatro segundos en ser transmitida antes de que la víctima empezara a comportarse de igual forma que su atacante.

Un escalofrío lo atravesó, solo esperaba que aquello no resultase como las historias de zombies que les contaba Dean.

Como sea, eso ya no era problema suyo.

Satisfecho consigo mismo y con su momentáneo desplante Ravenclaw, Neville se acomodó mejor en la cama de la enfermería y se dispuso a dormir con la mente más limpia y tranquila, ya sin ninguna espantosa imagen mental que lo perturbe...

Bueno...casí.

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Del otro lado del castillo, en los dormitorios de Gryffindor, un atormentado azabache con una cicatriz en forma de rayo en la frente, se cuestionó por centésima vez si en su vida pasada habría hecho algo tan malo como para que ahora lo pagase con castigos cada vez más...inusuales.

Y es que cada vez se convencía más de que el desastre que era su vida llegaría a tal punto de cataclismo, que un día despertaría y Voldemort estaría en su cocina preparándole el desayuno.

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