Fin del Mundo

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Es el fin del mundo, pero ella es aún muy pequeña para entenderlo. Tan solo sabe de la diversión al jugar en el patio trasero, al subirse a los columpios.

También conoce el sabor de un buen té, cuando lo toma con Beethoven, el lindo oso de peluche color blanco, con su gracioso sombrero de tela roja. Papá siempre lo confunde con Mora cuando juegan, pero ya hace tiempo que no lo hacen más, y ella no sabe por qué.

Ella sabe que le encantan sus vestidos con flores, y que no le gustan las extrañas máscaras que han conseguido sus padres.

Ella no comprende por qué todos van al supermercado, causando alboroto y no queriendo compartir las cosas, además de que salen sin siquiera haber pagado. Ella sólo sabe que ya no hay chocolate de barra, como el que le gusta caliente cuando lo prepara mamá, pero su madre ya no lo hace más y no entiende por qué.

Ella no entiende la preocupación que tienen todos por las noches, solo sabe que su hermano la molesta cuando juega con sus muñecas, atacándolas con aviones de plástico, haciendo boom y aventándolas a lo lejos de la habitación.

Ella extraña el sonido del camión de helados, y el sabor del cono de fresa que siempre pedía, ahora sólo se escuchan sirenas y alarmas por doquier.

Ella es pequeña, y sólo sabe que extraña las caricaturas por la mañana, antes de ir a la escuela. Ahora sólo hay peculiares rayas y puntos grises en toda la pantalla.

A ella no le agrada la nueva recámara, pues la pusieron debajo del patio, y por ello han quitado sus preciados columpios. Ahí adentro siempre está oscuro y eso le da miedo.

Le han dicho que es para protegerse, pero ella sabe que el único lugar seguro es debajo de su cama, con sus peluches, allí nada puede dañarla.

Sin FormatoWhere stories live. Discover now