Prosa I

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Un petirrojo me habló de mi epílogo
Y me mostró un libro de aroma a rosa y forrado de lino
Tenía hojas gruesas y mi nombre escrito en el título
Y dos almendras miraron el inicio, mi época ya había reconocido
Con lunas inmersas en los olores de estos escritos
Deseaba leer qué era lo que para mí ya estaba decidido
Era la soledad dibujando yo misma mi camino
Me asusté pues una cosa semejante jamás había visto
Llegué a ver un poco de mi abrupto recorrido, pero me detuve ante el último capítulo
Dejé el libro y le dije que yo decido escribir a puño limpio
Pues para mí es de niños creer en el destino
Y eso de derrumbarse a lamentos en mí no es un acierto
Y si bien me gusta escribir, dibujar no es mi talento

CatarsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora