1

1.2K 66 0
                                    

Un nuevo sol bañaba la ciudad de Seúl. Entre las calles llenas de gente, un joven alto de cabellos castaños desordenados por el viento y piel morena marcada con unas pocas imperfecciones propias de la juventud, pedaleaba con prisa para llegar a su destino. Tenía que entregar pronto aquellas cartas si quería recibir el permiso para el fin de semana.

Giró por la siguiente esquina a la derecha y un par de manzanas más adelante a la izquierda, la música en sus audífonos tenía un volumen medio, pero a pesar de la algarabía de los autos escuchaba fuerte y claro la voz de Jason Mraz. Con una medio sonrisa apuró su pedaleo y esquivó a una joven que iba saliendo de una tienda de libros.

Consultó la hora en su reloj de mano: 12:30. Tenía su tiempo contado.

Los rayos de sol quemaban su piel, estaba seguro que tendría las mejillas rojas el próximo día. Pero no importaba, su permiso para marcharse a Jeju lo valía todo.

—And it'a our God-forsaken right yo be loved, loved, loved, loved, loved...

No alcanzó a presionar el freno, un chico de cabellos negros y piel lechosa salió con un ramo de rosas cubriendo su rostro. Jongin trató de evadirlo, pero ya era demasiado tarde. Dio de bruces contra el suelo en un golpe seco, los pétalos de rosa empezaron a danzar en el aire a la par de las cartas que habían salido volando de su mochila que cayó a un par de metros de él.

A su lado un cuerpo maldijo al dar contra el  duro asfalto. Trató de incorporarse e hizo a un lado la bicicleta que tenía encima, para sobar su pierna adolorida. Con un gruñido quitó las flores que tenía encima e hizo a un lados los papeles. El chico a su lado se incorporó sobando su cabeza y le dirigió una mirada llena de ira.

— ¿Es qué no ves, idiota? 

Jongin no respondió. Y no, no era mal educado y mucho menos un grosero, pero las palabras se le habían olvidado, realmente su mente había quedado en blanco al ver a aquel hermoso joven que tenía al frente. Sus ojos se pusieron en la tarea de examinar la piel lechosa del otro, sus labios rosados ligeramente gruesos y en forma de corazón, su figura que resaltaba un poco entre las ropas y el delantal que vestía. Y sus ojos, esos maravillosos ojos negros que le atraparon en las magníficas constelaciones.

 — ¡Hey, idiota! ¿Eres sordo? 

Parpadeó un par de veces antes de enfocarlo completamente, su ceño estaba fruncido y se estaba poniendo en pie apartando los pétalos de rosas sobre sus cabellos y ropa. Le imitó con un poco de torpeza, limpiando un poco su ropa para no tener un aspecto desagradable.

Las rosas arruinadas descansaban en el suelo entre pétalos rojos adornando la bicicleta que tenía una llanta rodando. Jongin no notaba el desastre por andar ensimismado, dio un respingo al ver que el chico de cabellos negros alzó una ceja señalando con la mirada la bicicleta, como si le hubiesen abofeteado se apresuró a alzarla y sonrió nerviosamente.

—Acabas de arruinar un ramo de flores bastante costoso—Dijo el otro conteniendo los deseos de gritar y golpearlo.

Con pasos nerviosos recostó la bicicleta contra la pared del negocio, rascó su nunca y abrió los ojos al escuchar las palabras del joven.

— ¿Lo era?

El chico cruzó los brazos y arrugó su nariz. Jongin sintió su corazón palpitar hasta el punto de cortarle el aire, era realmente hermoso ese joven. Con intención de ocultar su nerviosismo se apresuró a recoger los sobres pisados.

—¿Me estás tomando del pelo?— Replicó.

Esbozó una sonrisa nerviosa tratando de hilar las idea que se habían quedado atoradas en su corazón, sus manos empezaron a sudar y las secó con disimulo en su traje. Estaba realmente en un aprieto, un agradable aprieto.

Regálame tu mirada [ChanBaek/KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora