Prólogo

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Ahí estaba.  Por fin iba a encontrar aquella paz tan deseada.  La estaba viendo, era tan radiante y bonita como siempre imaginé. Me estaba esperando. Estaba tan, tan cerca. Diría que a tan solo tres pasos. Me disponía a caminar hacia ella, estaba preparada para cruzar, estaba preparada para dejar todo atrás y empezar lo fuese que había al otro lado. La proximidad era tal, que casi la podia rozar con la yema de los dedos, las ansias por sobrepasar aquella luz fueron creciendo en mi interior, una extraña sensación recorrió mi cuerpo al saber que iba a lograr aquello tan anhelado por mi, la sensación era francamente indescriptible, no sabía exactamente que era, y tampoco sabía si era una buena sensación, y así, una repentina y muy inoportuna duda creció en mi interior; cuando estaba a punto de tocarla, simplemente retrocedí, quedándome estática en el sitio, y luego sentándome en la fría hierba, pensando si estaba segura de dar ese último paso. Ese literalmente, último paso. No marcaría mi vida para siempre, si no que, textualmente terminaría en definitiva con ella. ¿Estaba preparada? ¿Era mi hora? ¿Realmente quería hacerlo? ¿Realmente quería dejar a toda mi familia? Un montón de preguntas me inundaron de repente, y no tenía respuesta para ninguna de ellas. Sabía que me las debería haber hecho muchísimo antes, pero, antes solo pensaba que lo que iba hacer estaba bien. Que si quería tomar la decisión podía hacerlo, porque era libre de querer acabar o seguir con mi vida.

-Vale tranquila, tranquila, tienes tiempo, tomate un poco de tiempo para pensarlo y... lo que decidas estará bien.- Pensé, debía tomar la decisión más acertada, y eso no se hacía en dos minutos. Me levanté tomé y solté airé repetidas veces mientras tenía los ojos cerrados, para darme algo de tranquilidad.

Miré hacia atrás y vi un valle, un valle realmente extraño, estaba dividido, era como las dos caras de una misma moneda, una parte, era simplemente escalofriante, horrible, en el sentido literal de la palabra. El cielo era completamente negro, con muchísimas tonalidades de un enigmático gris, los árboles desnudos, destruidos, la hierba completamente quemada. Las montañas que se veían a lo lejos eran de un color negro, tan negro que juraba que estaban hechas de carbón. Había una atmósfera demasiado tensa, y prometo que la sensación que transmitía era completamente perturbadora.

Pero la otra parte de que aquel valle... era simplemente hermosa, estaba tan llena de vida... irónico al saber que yo carecía completamente de ella. Miré los grandes árboles tupidos, divisé las altas montañas, alcé la vista al cielo al escuchar el sonar de los pájaros, y entonces sonreí, sonreí de la manera en la que llevaba muchísimo tiempo esperando hacer. Vi el campo, repleto de flores, pude observar a lo lejos animales correteando por aquel gran espacio, pude detallar un inmenso lago, verdaderamente inmenso, y no exageraba. No podía creer que esos dos mundos estuvieran tan alejados el uno del otro en un mismo sitio.

De pronto, desde mi lugar, divisé lo que parecían las siluetas de dos personas, era raro por qué cada una estaba en una parte del valle, no sabía que eran, pero sabía que nunca había visto nada igual. Una era completamente negra, casi como una sombra, y la otra, era únicamente luz, solo eso. Ambas debieron percatarse de mi presencia, pues me pareció ver cómo se giraban hacia mi dirección. Sin saber exactamente por qué empecé a caminar hacia ellas, con la cabeza agachada, contemplando mis pies, que tocaban la pura y suave hierba, reparé en ese instante, que estaba completamente desnuda, y que una extraña y radiante luz salía de mi interior, pero había partes en mi cuerpo, que emitían... emitían oscuridad, me envolvía. Me estremecí por un momento, y un repentino pánico se apoderó de mí. Pero al instante todo signo en mi interior se calló, dejando paso a una paz cautivadora y reconfortante.

Retomé mi marcha hasta que me encontré al lado de la silueta que emitía luz, gire la cabeza para ver su rostro, pero no tenía, me fijé en la sombra, que estaba justo al frente, pero tampoco tenía rostro, y no se por qué, pero no me pareció nada raro.
Iba a caminar un poco más para pasar al otro lado y ponerme justo en medio de ambas siluetas, cuando noté que había algo que me lo impedía, era como... como una pared. Pero no podía ver nada. Levante mis manos lentamente, y noté una superficie firme, efectivamente había algo que separaba aquellos dos lados. Palmeé un poco la superficie, sin hacer fuerza, solo quería asegurarme si definitivamente no había perdido el juicio. Y no tenía del todo clara la respuesta...

Desde el otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora