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Estaba sentada en el regazo de mi madre, escuchándola cantar aquella ya casi inmemorable canción mientras me cepillaba el pelo con la máxima delicadeza. Estábamos en mi habitación de la antigua casa, todo era tan luminoso, aquel color de marfil de las paredes, el blanco de las cortinas y la cómoda mecedora en la que estábamos ambas... era como si nada hubiese pasado. Lo podía percibir todo, exactamente todo, como el pelo caía por mi cara, como mi madre se acariciaba suavemente la garganta, su respiración, ya algo ahogada por su tenue melodía, sus suaves dedos rozando mi oreja, todo, era como estar a tan solo medio paso del cielo.
Recuerdo haberla mirado atentamente, escrutiné cada rasgo de su rostro, empapándome de su esencia, porque algo me decía que no duraría mucho rato.  Sus suaves ojos verdes, aquellas pestañas tan largas, como para surfear en ellas, el rubor de sus mejillas y su expresión de felicidad completa, hasta parecía que sus ojos se reían también.

De pronto su rubia cabellera se opacó, sus ojos dejaron de centellear, y su cara palideció por completo, miraba atentamente a algo que había detrás de mí. Pero no me pude girar para ver que era, porque mis ojos estaban atentos en ella. Cuando el cepillo de marfil se cayó al suelo me sobresalté, pegué un brinco y mi madre me cogió por los hombros, miré fijamente a sus ojos, que ahora estaban clavados en mi, con una expresión completamente opuesta a la que tenía hace unos instantes. Entonces, de un momento a otro, todo se tornó negro. No veía nada, absoluta y totalmente nada.  Solo podía escuchar aquel molesto ruido de nuevo, el maldito monitor cardiaco de nuevo, justo entonces caí en cuenta de que todo había sido un sueño y aún me encontraba en el hospital.

Me costó adaptarme, pero pronto pude notar como todo estaba muy oscuro,  no había nadie en la habitación, encendí la lámpara que tenía a mi derecha para poder visualizar algo en la oscuridad; miré el reloj que estaba anclado en la pared del frente, marcaba las 4, así que supuse que mi padre había preferido ir a dormir a casa en vez de dormir en ese asqueroso y molesto sillón que había en mi habitación, no lo culpaba por ello, incluso yo misma habría sido capaz de pedir una cama para mi sola si me hubiera tenido que quedar allí para cuidar a alguien de mi familia.

Tenía muchísima sed, así que me incorporé en la camilla e intenté estirar mi brazo hasta la alta mesilla de noche que estaba a mi lado para poder coger el vaso con agua que había justo ahí.

Con muchísima dificultad pero también una destreza innata, pude llegar hasta el y saciar mi sed. Cuando estaba a punto de dejar el vaso sobre la mesilla de nuevo, algo extraño captó mi atención. Y por decir extraño, me refiero a que me estaba volviendo loca si estaba viendo lo que creía que estaba viendo. Literalmente, había una pequeña llama de fuego azul flotando en ese pequeño espacio. Su luz inundaba toda la habitación de un enigmático azul eléctrico. Inmediatamente negué que aquello pudiera ser real, posiblemente aún estaría medio dormida y me encontraba soñando sin saberlo.

Pero... ja, siempre hay un pero... la curiosidad mató al gato, y en este caso, la curiosidad me congeló el dedo. Alargué el brazo para tocar la pequeña llama, únicamente para cerciorarme que no era real. Pero si, lo era, porque nada más rozar mi dedo índice por ella, un frío seco recorrió todo mi brazo, mientras que en mi dedo se formó casi inmediatamente una fina capa de hielo.

Volví a mirar de nuevo hacía llama, que esta vez estaba más brillante y... vivaz, empezó a moverse, avanzó hacia mí, para después empezar a dar vueltas a mi alrededor y comenzar a subir y a bajar por toda la habitación, suena de locos, lo sé, era exactamente lo que yo pensaba cuando estaba pasando, pero la verdad, después de unos minutos aquella pequeña llama se hacía del todo adorable. De pronto aminoró la marcha que tenía por toda la habitación, y comenzó a desplazarse más lentamente hacía la puerta. En ese momento pude escuchar unos pasos que procedían del pasillo, junto con unas voces quedas. La llama siguió avanzando y se detuvo justo en frente de la puerta, su luz se hizo más tenue y se quedó estática en el sitio durante un rato.

Desde el otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora