1._ ARRIBA, MUCHACHO

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Arriba muchacho. Esa es la frase conla que Z. Keller comenzaba cada mañana su jornada y así había sidodesde que cumplió los seis años.

Trabajar en la granja de su padrastro yestudiar era una tarea difícil de compaginar. Sin embargo, nuncatuvo más opción.

Z era un chico aplicado y responsable.Muy cabezota y disciplinado. No había dolor, ni cansancio, no habíasudor ni sangre que le hicieran vacilar.

Así había le habían enseñado a sery así había sido siempre. Entrar en el cuerpo de bomberos sólo eraun paso lógico más en su vida.

Aunque al principio su padrastro seextrañó de que no siguiera sus pasos y se hiciera cargo de lagranja, no se preocupó demasiado pues tenía dos hijos más quecumplirían esa función.


Se trasladó a Wichita con 22 años ydesde entonces había pertenecido con orgullo al cuerpo de bomberosde la ciudad.

A pesar de estar muy lejos de lagranja, muchas veces se despertaba sobresaltado creyendo escuchar lavoz de su padrastro diciéndole "arriba, muchacho". Debíareconocer que aunque el viejo jamás fué amable con él o con sumadre, con la que tuvo dos hijos después, al menos nunca se portómal con ellos y le enseñó a ser un hombre recto y sobre todo muytrabajador.


Unos golpes en la puerta trasera de sucasa le sobresaltaron, se había quedado dormido en el sofá mientrasveía el partido. Estaba hecho polvo después de la extinción deaquella nave industrial llena de plásticos. Les había costado Diosy ayuda poder apagar las feroces llamas.

- Pasa- Dijo, frotándose los ojos. Nose molestó en mirar. Sólo Molly o John entraban por allí.

Los pasos le indicaron sin duda que eraJohn el que entraba.

- ¿No estás viendo el partido? Joder,amigo, está tan interesante que he tenido que saltar de casa y venira verlo contigo.

- Lo siento John, no me he enterado denada. He caído en el sofá como una piedra.

- Mierda... este ha sido de los gordos¿eh?

- Lo ha sido. ¿Cómo es que tú aúnestás en pie?

- El partido, tío. No podría dormirmeni aunque me sedaran. Tranquilo, duerme colega, yo estaré aquídando botes de alegría por los dos.

Z arqueó una ceja. Realmentenecesitaba dormir.

- ¿Y no te importa?

- ¡Claro que no! Puedes dormir siquieres, no me molestará, pero no quería ver el partido solo, meparecía patético, hombre.

- Bobadas. Siéntate y dame una de esasbirras.

John hizo un pequeño gesto de alegría,como un niño pequeño y le tendió uno de los botellines fríos quetraía en la mano.

Z lo tomó a regañadientes. El sueñole daba dolor de cabeza pero no dejaría a su colega solo.

John se había separado hacía sólounos meses. Aunque parecía que estaba bien a simple vista, él loconocía lo suficiente para no dejarse engañar.

Dios sabría por qué John amaba tantoa esa mujer. Kassey era hermosa como el infierno, pero era pendenciera,manipuladora e infiel. Todos lo sabían pero John se negaba a creer.Hasta que no tuvo más remedio que creerlo cuando vió con suspropios ojos a un tipo metido en su cama con ella. Z no había vistoa nadie tan destrozado como él aquella tarde.

FiredancerWhere stories live. Discover now