—¿Te parece una pasta con salsa? —Se levanta y va hacia la cocina.
Observo a mi alrededor. Siempre que vengo, me siento demasiado pequeña. Su sala y cocina son más grandes que mi departamento completo. El techo está demasiado lejos del piso, haciendo lucir la casa bastante imponente. Leonel no es multimillonario pero dinero no le falta.
—Fantástico —grito cuando ya no puedo verlo.
Recargo mi cabeza en el sofá y me pongo a pensar en todo lo que hice, milagrosamente lo recuerdo. El, o los, besos con Pedro, lo divertido que fue bailar con él; la incomodidad y tristeza que me dio ver bailar a Leonel con Martha...
—Violeta, si hubieras sabido antes que Javier engañaba a Marisol, ¿habrías interrumpido la boda? —me pregunta.
—¿A qué viene esa pregunta?
—Curiosidad, creo —No se le escucha tan convencido. Este esconde algo.
—No en ese momento. Hubiera hablado con Marisol antes de todo —respondo, siguiéndole la corriente.
De cierta manera, creo eso hubiera hecho. No me quedaría callada, aunque Marisol no me creyera, yo se lo diría y encontraría la manera de que me hiciera caso. No me gustaría que se casaran y un mes después ella lo descubra y se sienta aún más mal. Incluso, creo que yo estaría detrás de ella siempre recordándoselo.
—¿Y si te dijeran que te dan lo que tú quieras por interrumpir una boda, lo harías? —Levanto la mirada y camino hasta la cocina.
—¿Te sientes bien? ¿Por qué haría algo así? ¿El amor de tu vida se va a casar y quieres que yo lo evite?
—Por supuesto que no, por Dios —La cara de Leonel es preciosa.
Me siento como puedo en la barra y mi rostro queda a la altura del de él. Me mareo durante un par de segundos pero luego me recupero.
—Lo haría, pero sólo con dos condiciones —¿Qué demonios estoy diciendo?
—¿Cuáles son esas? —Leonel se para para frente a mí, poniendo sus brazos a cada lado mío. Me siento en una jaula, Dios.
—La primera, tendría que haber una razón bastante importante para hacerlo.
—¿Infidelidad es suficiente para ti? —sugiere como si de verdad estuviéramos haciendo una apuesta.
—Más que suficiente. Y la segunda condición sería que yo ganara algo, lo que sea.
—¿Qué te gustaría ganar? ¿Un aumento? —Yo levanto una ceja y con mi mano le quito una pelusa que está atorada en su cabello.
—Un ascenso.
—Exigente. ¿Quieres hacer un trato? Yo estoy dispuesto a darte lo que me pides y te aseguro que la mujer está engañando a su futuro esposo —Leonel tratando de detener un boda a través de mí, esto no se ve todos los días.
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Flores, esmeraldas y café helado
RomansVioleta es una chica que ama las bodas. Para ella son la combinación perfecta entre magia y amor, donde dos personas que se aman se unen para siempre (o casi para siempre). Su buen amigo y compañero de trabajo, Leonel, sabía perfectamente aquello...