Miro por la ventana una vez más. La vista no es la mejor pero aun así me emociono. Recorro con la mirada lo poco que puedo ver, quizás, en un intento por convencerme de que al fin estoy en Los Ángeles.
Camino por mi nuevo departamento. Es más grande de lo que esperaba y ya se encuentra amueblado. Saco algunas fotos de la valija y las dejo sobre la mesa del comedor. Ya tendría tiempo de ponerlas en sus portarretratos. Observo cada detalle mientras voy en busca de mi bolso. Son las seis de la mañana, pero siento como si mi nivel de energía estuviera al máximo. Me miro en el espejo que se encuentra en mi habitación. Tengo una sonrisa en el rostro y los ojos brillosos.
—Hoy es el gran día —digo mientras siento que el corazón se me acelera.
Me aseguro de llevar todo lo que necesito. Tomo las llaves y el móvil, y salgo del lugar. Estoy en un segundo piso, así que no espero el ascensor y bajo por las escaleras. Un auto negro me espera en la puerta. Tiene los vidrios polarizados y dudo antes de acercarme.
—Usted debe ser la señorita Miller, ¿cierto? —me pregunta un hombre alto y con bigote canoso.
—Así es —digo con una sonrisa.
Él me sonríe amablemente y abre la puerta trasera del coche. Me subo y el auto se pone en marcha. Avanzamos por las calles de Los Ángeles en silencio. No puedo creer que llegó el día.
Al llegar al estudio todo me parece una locura. El olor a café, los motorhomes alineados casi a la perfección... Parezco estar inmersa en uno de mis mayores sueños.
—¿April Miller? —un hombre larguirucho y con poco pelo me observa serio. Asiento, nerviosa—. Soy Benedict Swam, el director y, por lo tanto, tu querido jefe.
—Señor Swam, es un pla...
—Nada de halagos —me interrumpe mientras pone un dedo sobre mis labios. Me quedo mirándolo, atónita—. Lo único que necesito es que hagas bien tu trabajo. Supongo que alguien ya se encargó de informarte sobre tus tareas.
—No en realidad...
—¡¿Es que nadie puede hacer bien su trabajo?! —vuelve a interrumpirme y decido quedarme en silencio— ¡Eva!, ¡Eva! — grita mientras da pequeños aplausos y mira a su alrededor— ¡¿Dónde está esa chiquilla cuando se la necesita?!, ¡Eva!
Una chica bajita y de cabello ondulado viene corriendo hacia donde estamos. Su cabello rubio brilla a la luz del sol y noto que tiene la cara cubierta de pecas.
—¡Eva, al fin! Necesito que le digas a Amy...
—April— lo corrijo.
—Ah, sí, April... Necesito que le enseñes lo básico. Hazle un recorrido por el estudio, enséñale sus horarios, dile cuáles son sus tareas; en conclusión, que sepa todo lo que debe saber.
—Sí, señor.
Mi nuevo jefe nos da una mirada de aprobación y se aleja del lugar con pasos firmes. Su caminar es elegante y me pregunto si es a causa del traje que lleva puesto. Miro a Eva, quien me observa con una sonrisa, dejándome ver dos hileras de dientes blancos adornados con brackets.
—Bien, creo que ya lo sabes, pero soy Eva.
—April —contesto, devolviéndole la sonrisa.
—Vamos— dice avanzando hacia el sector de los motorhomes. Supongo que debo seguirla, así que lo hago —. No creo que necesites un tour por el estudio, después de todo, lo que ves es lo que hay. Adentro se graba, afuera se descansa. En tu caso, supongo que debes trabajar en ambos lados.
—¿Qué debo hacer? —pregunto, intentando que no se note lo emocionada que estoy.
—Serás asistente, o bueno, algo así. El protagonista de la película tiene el capricho de que su mejor amigo sea su asistente en cada una de las películas que hace, pero Benedict no está de acuerdo con eso, piensa que se pasarán la mayor parte del tiempo haciendo tonteras. Entonces, el chico será su asistente, pero solo para cuestiones personales, en lo que a la película refiere, te corresponde a ti. Deberás informarle cada vez que tiene que grabar una escena, o ayudarle con los cambios de vestuario...
—¿Cambios de qué? —me detengo en seco y la miro con los ojos muy abiertos—. Nunca ayude a vestirse a nadie, ¡menos a un actor!
—¡April, por favor, ojalá yo pudiera sacarle la camisa! —dice y enseguida sus mejillas se tiñen de rosado—. Lo siento, es que de verdad está buenísimo.
Sonrío, pero en realidad sus palabras hacen que el estómago me duela aún más. No puedo imaginar la idea de desvestir a alguien, y menos a alguien que está buenísimo... ¿Acaso eso no es tarea de los vestuaristas? Oigo la voz de Benedict llamando a Eva desde lejos, pero ella parece estar más concentrada en lo que le dicen por medio de su auricular. Un chico pasa junto a ella y le entrega un vaso de café alto.
—Vamos, van a empezar a grabar, ve a llamarlo —me dice sonriente mientras me entrega el café —. No olvides darle este café si no quieres que se ponga de malas.
—¡¿Qué?!
—¡Es el motorhome numero dos!, ¡tienes que tocar la puerta!
Maldigo para mis adentros. Las manos comienzan a sudarme mientras camino hacia el lugar que Eva me indicó. Escucho música, algo de hip hop. Algunas risas se filtran a través de la ventana del motorhome. Respiro profundamente y le doy unos golpes a la puerta. Oigo personas hablar, pero no llego a entender lo que dicen. Espero y miro a mi alrededor. Nada sucede. Toco de nuevo, está vez más fuerte; tres golpes bien definidos. Alguien apaga la música y escucho algunos pasos. Inconscientemente me arreglo el cabello e intento sonreír lo más amigablemente posible. Un chico rubio se asoma por la ventana y me observa por un rato. Luego, desaparece detrás de las cortinas y vuelvo a escuchar una conversación que no logro entender. Suspiro... ¿Qué se supone que estoy haciendo mal? Molesta, decido abrir la puerta, pero, justo en el mismo momento, alguien también lo hace desde adentro. Aferrada a la perilla, me resbalo hacia delante y el vaso de café se me resbala. Cuando levanto la mirada me encuentro con dos ojos marrones que me miran furiosos, me recorren por completo y siento como si me estuviera haciendo un escáner.
—Mierda, ¡¿eres idiota o qué?!
Siento como si me estuviera encogiendo ante su mirada. Él me mira enfadado mientras escurre el café de su camisa.
—Yo... Lo siento, de verdad. Lo siento tanto, no quería...
—¿Qué rayos pasó...? —el chico rubio que se había asomado por la ventana aparece ante mis ojos y se me queda viendo con una sonrisa— Hola, soy Harrison— levanta las cejas de manera seductora, pero graciosa, y no puedo evitar reírme —, solo por si te interesa.
—A ella no le interesa— dice el otro sacándose la camisa. Tengo que rogarles a mis piernas que no me fallen ante lo que veo. Me mira serio y levanta una ceja— y a nosotros, claro, no nos interesas tú; así que puedes irte.
—Eso va a ser un poco difícil— hago una mueca y sonrió, falsa—. Soy tu nueva asistente, así que creo que sí podría interesarte.
El castaño lanza una carcajada al aire y me mira con una sonrisa sobreactuada.
—¿Tú?, ¿interesarme a mí?... ¿Segura que eres mi asistente y no una comediante? —niega con la cabeza y su sonrisa desaparece—. Ni en tus más locos sueños, soy Tom Holland.
—Y yo soy April Miller, ¿y qué crees? No me importa si eres Tom Holland, Brad Pitt o el Capitán América. Vine aquí a hacer mi trabajo, así que mueve tu trasero hasta el set de grabación o tendré que llamar a alguien para que lo haga.
—Pero, ¿quién mierda te crees que...?
—Harrison, un gusto conocerte— lo interrumpo, dirigiéndome a su amigo, para luego volver la vista a él—, no puedo decir lo mismo de ti.
—Por Dios, vete a la mierda.
—Que te jodan, Tom.
Doy media vuelta y camino hacia el estudio. No creo lo que hice y siento un cosquilleo que me recorre el cuerpo. Noto la mirada del actor clavada en la nuca y reprimo una sonrisa.
Bien, acabo de mandar a la mierda a Tom Holland.
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Razones para odiarte (Tom Holland)
Fanfiction¿Quien nunca soñó conocer Hollywood? ¿Quien nunca quiso estar lado a lado con su estrella favorita? April Miller tendrá la oportunidad de estar detrás del mundo de las películas pero, al conocer a Tom Holland, se dará cuenta de que no todo es color...